Análisis

Manuel Peñalver

Competencia en comunicación lingüística (I)

El proceso parte de la Recomendación del Parlamento Europeo y del Consejo de 18 de diciembre de 2006 sobre las competencias clave en aprendizaje permanente. En este aspecto, resulta esencial la intervención didáctica; o sea, la actuación del profesor o profesora para, en el marco de una enseñanza integradora y con atención a la diversidad, diagnosticar e identificar los diversos niveles, problemas y situaciones culturales, emocionales, afectivas, sociológicas y psicológicas.

Todo ello, con el fin de estructurar una metodología activa y participativa, unos contenidos, unos objetivos, unas actividades, unos recursos y un método de evaluación para favorecer el proceso de enseñanza y aprendizaje, donde los alumnos y las alumnas son el fundamento. La innovación, de acuerdo con la legislación educativa, y en la que las tic y las bibliotecas constituirán elementos fundamentales, será un referente imprescindible.

En el campo de nuestra asignatura, el proceso de enseñanza partirá de las destrezas comunicativas. El referente debe ser, pues, la competencia comunicativa. La misma ha de entenderse como la capacidad de usar la lengua, pero teniendo en cuenta el hecho fundamental de que, unida a tal capacidad, está la habilidad de adaptar el uso al contenido o situación. En relación con la misma, está el concepto de competencia lingüística; saberes o conjunto de saberes sobre la lengua en el campo ortográfico, fónico, gramatical, semántico, léxico y textual.

El texto debe ser considerado como la unidad comunicativa por excelencia y, en torno al mismo, deben girar las competencias lingüísticas mencionadas. La lectura y análisis del texto del Marco Común Europeo de Referencia para las Lenguas (MCERL) debe ser el punto de partida de un método comunicativo, funcional, productivo y creativo; y todo ello, desde el convencimiento de que el eje y protagonista del proceso es el alumno; es decir, que el método ha de ser esencialmente activo, participativo, dinámico, de forma tal que busque el saber aprender como propósito principal.

El objetivo de la enseñanza de la lengua española será, así, el dominio de los mecanismos y recursos de expresión y comprensión en la comunicación oral y escrita, así como de otros sistemas comunicativos, en todo tipo de interacción. Su logro implica poseer una adecuada competencia lingüística, una competencia pragmática, una competencia sociolingüística y una competencia textual. Estamos hablando de un método que enseñe no solo a hablar, sino a comunicarse debidamente, en toda su plenitud, en cualquier circunstancia y contexto.

Utilizamos la lengua y la aprendemos para poder comunicarnos con cualquier persona en cualquier situación. Ese saber adecuar nuestra elocución a nuestros intereses, a las circunstancias, al interés del interlocutor es saber usar una lengua. Todo método de enseñanza debe ser productivo, creativo, de manera que enseñe a producir mensajes, además de a interpretarlos. No debemos olvidar que toda lengua es un conjunto de variedades geográficas y sociales, entrecruzada; mas por encima de ellas está la norma común. El rendimiento escolar de un alumno está en proporción directa a su conocimiento de la lengua.

O sea, a su capacidad de comprensión y de expresión para fijar ideas y ordenar conceptos. El método tiene que ser comunicativo funcional, dirigido a la producción discursiva en sus variantes para lograr textos coherentes y cohesionados. Un método que sea consecuente con todos los principios fundamentales de la sociolingüística, con los fundamentos pragmáticos que rigen la interacción comunicativa, tanto en las vertientes de oralidad como de la escrituralidad; un método gradual y participativo, en suma.

Hay que enseñar cómo se expresan los sentimientos, los pensamientos, las dudas, los ruegos, cómo se compone todo tipo de textos, cómo se controla al interlocutor en una discusión o debate, cómo se debe hablar en público, cómo se adecua la comunicación a cada situación y circunstancia. Y, por supuesto, cómo aprender a debatir, a argumentar, a producir breves relatos, primero y más complejos, después, a redactar informes, instancias; un currículum, un reportaje, un artículo de opinión, un editorial, una crónica, un guion de cine.

El conocimiento de la lengua debe enseñar a pensar, a ordenar las opiniones y argumentos, a reflexionar sobre la vida interior de las palabras. Hay que enseñar a los alumnos la diversidad de los actos comunicativos, a formular actos locutivos, actos ilocutivos (las intenciones comunicativas de los hablantes), actos perlocutivos (los efectos que producen los mensajes de acuerdo con sus intenciones comunicativas). El método, pues, estará orientado al desarrollo práctico de los mecanismos que sirvan para la producción de textos tanto orales como escritos.

Sería útil organizar los mensajes a partir de las llamadas funciones del lenguaje, debidamente estructuradas y sistematizadas. Con la finalidad de que la expresión escrita y oral y la comprensión escrita y oral, así como la propia conversación partan de la concepción de la lengua como instrumento de comunicación

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