Un título, ocho equipos, cuatro días y una ciudad. Tan cerca, tan lejos, tan atractivo. Es la Copa del Rey, la gallina de los huevos de oro del baloncesto nacional. Poco importa que cada año se celebre, la ilusión es la misma. El camino más corto a la gloria supone una inyección de adrenalina, donde los favoritos pierden el cartel. Comienza esta tarde una nueva edición, esta vez en Las Palmas. Por complicado que parezca, no espera buen tiempo a los que se desplacen, siendo este el invierno más gélido de los últimos años en la isla. Eso unido al pabellón, que al situarse en una barranco provoca fuertes corrientes en su interior. Sea como fuera, los focos enfocan a lo que sucede en la pista. Y ahí el producto es gourmet. Iberostar Tenerife y Valencia le quitan la tapa a la Copa de 2018. Los de Vidorreta con mil y un problema de lesionados, resulta complicado recordar un equipo tan coartado por ellas, siguen dando la cara y tirando de arrojo. En frente, los de Katsikaris, deseosos de romper los pronósticos. Un poco más tarde, Unicaja y Real Madrid. Quizá, la eliminatoria con más pedigrí. Los de Pablo Laso, tetracampeones, buscan mantener ese idilio con el torneo copero. Pese a la baja de Llull, la competitividad mostrada les augura un buen presente. Intentarán evitarlo los de Plaza, que hace un mes les hicieron doblar rodilla en Euroliga. Por el otro lado del cuadro, Fuenlabrada y Gran Canaria. Los del Ché García completaron la mejor primera vuelta del club, aunque se desinflaron en las semanas precedentes. Llegan en la expedición con Anna Montañana, que se incorporó al cuerpo técnico. La primera mujer en la ACB en la historia. Un día dejará de ser noticia, mientras tanto mi enhorabuena desde este humilde espacio. Se le recordará como la fémina que abrió el camino. El broche va a cargo de Baskonia y Barcelona. Los primeros, insaciables; los segundos, con la mejor oportunidad para resarcirse. ¿No te parece sugerente?