Análisis

txabi ferrero

Después del Everest

¿Está la plantilla de la UDA preparada para asimilar una caída que lo saque de la cima?

El liderato es al fútbol lo que el Everest es al mundo del alpinismo. Hollar la cima más alta del mundo y encadenar seis victorias consecutivas y ocho jornadas como líder en solitario son hitos de mucho nivel. La vanidad ha llevado a muchos a escalar la montaña más famosa del mundo, pero la masiva presencia de aficionados en cordadas meramente comerciales, previo pago, ha banalizado su nivel de dificultad y ha puesto el foco en las otras montañas que forman los 14 ochomiles, con menos altitud, pero con un mayor nivel de riesgo. Al margen de dimes y diretes sobre su explotación, la altitud de la montaña más elevada del planeta es de 8.848 metros y recoger en un testimonio gráfico o audiovisual la autenticidad de la cima es lo primero que hace el común de los mortales cuando completa la ascensión. Lo segundo es automático, descender, por una sencilla razón: ya no se puede subir más alto. Esta evidencia es de aplicación a la UDA. Los unionistas han alcanzado la cumbre de Segunda y llevan ocho semanas sacándose fotos de su felicidad. En el Nepal lo que toca es bajar por sus bajísimas temperaturas y el miedo a las congelaciones. Este peligro no se da en el caso de los rojiblancos porque desde arriba todo se ve con una mayor perspectiva. Pero lo natural, después, es ir perdiendo altura e incluso caerse de las dos plazas de ascenso directo si se pierde la cabeza y se es víctima del llamado mal de altura. La pregunta pertinente, así las cosas, es: ¿Está la plantilla de la UDA preparada para asimilar una caída que le haga perder un sitio entre los dos primeros con la naturalidad con la que ha superado los obstáculos de la ascensión al liderato? La respuesta no se conoce y, de producirse, sería deseable que lo sea lo más tarde posible y durante el plazo más breve de tiempo.

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