Su fuerte carga de ilógica y la capacidad para renovarse cada semana y hacerse incomprensible para el más profano y el más afinado analista son, entre otros muchos valores, las grandes fortalezas del fútbol como espectáculo. Sólo bajo este doble razonamiento se puede entender lo cambiante que es este deporte. Así, la UDA fue incapaz de ganar al Girona con tres jugadores menos, pese a rematar en 26 ocasiones -seis entre los tres palos- y superó con uno menos a Sabadell y Rayo, con la última bala de su arsenal cuando el empate parecía irremediable en ambos. El caso de José Manuel Teixera Gómes encarna esta doble realidad. El portugués era un entrenador desnortado, carente de experiencia en la liga española y al que se le adivinaba sólo lo que quería decir cuando su continuidad se vio amenazada por tres derrotas consecutivas y la impaciencia demostrada por el nuevo propietario. Siete partidos después, con cinco victorias y dos empates, para un saldo de 17 sobre 21 puntos posibles, el luso es un lince, un estratega que revoluciona sus alineaciones de salida con total maestría, y es el alumno más aventajado de su colega José Saramago cuando habla. Ni antes el de Matosinhos era un don nadie ni ahora es alguien con un don, que convierte en oro todo lo que toca. De momento, ya ha igualado los siete partidos invicto de su compatriota Pedro Emanuel. Su siguiente reto será igualar la tacada de 12 jornadas invicto de Unai Emery en la 2006/07 con nueve victorias y tres igualadas. Le restan cinco: Albacete, Oviedo y Alcorcón, fuera. Y los dos isleños, Tenerife y Mallorca, en casa. No será fácil. Nada lo es en Segunda. Pero es posible y muy deseable para demostrar que el éxito y el fracaso va y viene, y se miden por rachas en esta categoría.