Hay argumentos para sostener que la NBA es la mejor competición del mundo. Cuestión de gustos y percepciones, pero el castillo puede aguantarse en pie. Una liga que está activa todo el año, no se detiene. Se coronaron los Toronto Raptors campeones hace un par de semanas y desde entonces pasó de todo. Casi inadvertido para ya el traspaso de Anthony Davis a los Lakers que cambia el tablero. También se celebró el Draft, uno de los momentos más especiales. Más si llega a la NBA un talento de la dimensión de Zion Williamson, único entre tantos. No basta, la competición sigue en ebullición. Hay ruido sí, pero también mucha verdad.

Woj, el gurú del periodismo sobre baloncesto en Estados Unidos, informó de que Kevin Durant no ejercerá su opción de jugador con los Golden State Warriors y será agente libre sin restricciones. El alero renuncia a 31.5 millones de euros en la próxima temporada, una cantidad muy alta, días después de operarse del tendón de Aquiles. Una maniobra que pueden hacer poquísimos, quizá se puedan contar con una mano. Da alcance de la magnitud del jugador. Ahora queda la incertidumbre de qué hará el americano, en una decisión de la que pende la liga pese a que estará el próximo curso sin poder competir. Quizá el destino de Kawhi Leonard sea más importante a corto plazo, pero lo que haga Durant va a marcar a la NBA justo después de su recuperación. Quizá antes.

Porque hay varias franquicias norteamericanas que planean ofrecerle el máximo a un jugador que estará un año en el dique seco. Una auténtica barbaridad, pero que habla de la grandeza del jugador. Ahí pujan los Knicks, que encuentran en él el acicate para salir del hoyo. Entre medias también pueden pescar a otra estrella, que se vería encandilada por el sí de Durant. Podría ser Kyrie Irving el que llegase a la Gran Manzana, donde ya está RJ Barrett. Una decisión valiente la de Durant, quizá tomada desde hace tiempo, que tiene pendiente a toda la NBA.

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