Ayer fue un claro ejemplo de la incertidumbre que se vive en los mercados, en un escenario con elevada volatilidad y falta de visibilidad geopolítica. El miedo a una guerra más prolongada implica un deterioro de las expectativas de crecimiento que, unido a altas tasas de inflación daría lugar a la temida estanflación, es decir crecimiento escaso o incluso nulo, con precios altos. La clave por tanto se encuentra en la duración del conflicto.

De ser así, los activos de riesgo tendrían aún potencial de caída, teniendo en cuenta que la media de caída en las últimas 5 recesiones desde principios de los años 90 ha sido del 45%. En este contexto, los banqueros centrales se enfrentan a la tarea de endurecer la política monetaria para contener las subidas de precios sin alterar la expansión económica.

En Asia, los principales índices han cerrado con fuertes pérdidas (Nikkei 225 un 1,71%, Shanghái Composite el 2,35%...). El Sensex indio se anotaba, en cambio, se elevó un 1,10%, el único en positivo. La gran mayoría de índices europeos mostraron ligeras caídas (Eurostoxx, -0,19%, DAX, -0,02%). El Íbex 35 cerró por encima de los 7.700 puntos tras subir un 1,82%, destacando las revalorizaciones de Solaria (+9,01%), Siemens Gamesa (+7,41%) e Inditex (+6,64%). Las mayores caídas se situaron en Grifols (-6,20%), Fluidra (-4,35%) y Acerinox (-3,91%). Las renovables siguen sacando partido del complicado entorno energético actual, mientras que Inditex se ha sobrepuesto a los análisis que evalúan el impacto de su cierre de tiendas en Rusia y Ucrania.

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