Análisis

Pablo Martínez-Salanova Peralta

Envidia cochina

La semana pasada vi un cacho de la gala de los Goya y dio la casualidad de que justo pillé la actuación de Rosalía. Era la primera vez que la veía y escuchaba. Y lo digo completamente en serio. Sí, sé que esta chica está ahora en boca de todo el mundo, pero yo, en mi desconexión de la vida real,  no había tenido aún oportunidad de conocerla. Así que no me puedo posicionar en ninguno de los dos bandos: los que la adoran y los que la odian. Por un lado están los que consideran que la versión que hizo de los Chunguitos fue una obra de arte. Por el otro, los que ven en ello una gran afrenta, una aberración, una apropiación cultural intolerable. Yo, ni idea. No está Rosalía entre mis gustos musicales, pero no por nada, es más por una cuestión de género. No me va el flamenco, ni el trap, ni el tra tra. Pero si ha triunfado porque lo hace bien, muy bien dicen muchos entendidos, y a la gente le gusta, vamos a dejar que cada uno haga lo que le dé la gana y no enarbolemos la exclusión social para camuflar lo que no parece sino envidia cochina de la de toda la vida.

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