Análisis

jorge colipe

Fascistas

Racista, homófobo y supremacista, el fútbol argentino es un deporte de riesgo

El súper clásico argentino que definiría quién es el campeón de América, una vez más tuvo que ser postergado. No fue la lluvia. O sí, esta vez llovieron palos, piedras y todo objeto contundente con el que atacaron al autobús que trasladaba a los jugadores de Boca al Monumental de Núñez; donde se jugaba el segundo partido de esta final de ida y vuelta. Entre tanta lluvia y cristales rotos, alguien decidió echar gas pimienta, ese gas que se utiliza para defensa personal, que te impide ver, que te provoca vómitos e irritaciones. Nada nuevo bajo el sol. En el entretiempo de un partido semifinal de copa Libertadores en 2015, pasó lo mismo en el túnel de vestuarios. Los protagonistas cambiados, los agresores eran los hinchas de Boca y los perjudicados los jugadores Millonarios. La suspensión del partido se saldó con el triunfo de River en las oficinas. Ahora la Conmebol no decidió lo mismo. No importa; ese es otro tema. El asunto es que en cada club, pequeño o grande de la Argentina, existe un minúsculo grupo que se arroga la representación de las mayorías e imponen su ley mafiosa dentro y fuera de los estadios. Pasó entre Boca y River, pero puede pasar y pasa en cualquier partido de cualquier club, de cualquier división. Decir que eso es folclórico es una justificación. Es un delito, o varios delitos en una misma acción. Es delincuencia, es desprecio por la vida ajena, cometidos por individuos que envueltos en una bandera, pretenden imponer los valores, extraños valores de su patria chica. El fútbol hace años que se ha convertido en la Argentina en un reducto fascista. Racista, homófobo y supremacista, el fútbol argentino en un deporte de riesgo. Si las comparaciones son odiosas, el sábado mientras se suspendía el clásico argento, en Madrid, el Atlético disputaba otro clásico contra el Barcelona. En el Wanda. Aquí sucedió todo lo contrario, y como debe ser se jugó el encuentro sin incidencias. Una fiesta. Lo normal.

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