Análisis

JOSÉ Mª MARTÍNEZ DE HARO

Escritor y periodista

Felipe 'El Viejo'

Desde su Manifiesto Fundacional en 1.879, el Partido Socialista Obrero Español, así suena mejor, establecía como premisa primera, "la posesión del poder político por la clase trabajadora ".Y la segunda; "la abolición de todas las clases sociales y su conversión en una sola clase trabajadora". El carácter colectivista y revolucionario fue la esencia de aquellos padres fundadores del PSOE quienes no ocultaban su incitación la violencia revolucionaria para conseguir sus objetivos políticos. Con algunas excepciones, las democracias no se habían asentado en Europa hasta la caída de los imperios coloniales y con mayor ímpetu tras la segunda guerra mundial.

En 1.919 se fundó el Partido Comunista de EE UU y en 1.921 se fundó el Partido Comunista de España como escisión de PSOE. Las historias de ambos partidos marcaron el siglo XX en Europa y en España. Los dirigentes del PSOE nunca abandonaron sus raíces fundacionales y se debatieron entre moderados y marxistas hasta la guerra civil. Los protagonistas por antonomasia de las afinidades marxistas revolucionarias fueron Francisco Largo Caballero y Juan Negrín enfrentados a la moderación de Julián Besteiro y Fernando de los Ríos. Para desgracia de los españoles no triunfó la moderación y esta entre otras fue una de las causas de la guerra civil en 1.936.

Cuando 0por extinción natural en 1.975 acabó el régimen franquista. La incógnita de aquellos años era conocer la posición del PSOE en el futuro inmediato de España y el proceso de transición que se anunciaba. Las dudas iniciales las despejó el joven Felipe González que había regresado en 1.976 del XXVI Congreso del PSOE en Suresnes (Francia). Allí triunfó el ala "moderada" del partido encabezada por González acompañado de jóvenes sevillanos frente a los defensores de la línea tradicional marxista encabezados por el histórico dirigente Rodolfo Llopis. Consecuente con las circunstancias y empujado por la necesidad de apoyos económicos y políticos externos, Felipe convocó el XXVIII Congreso del PSOE en Madrid en 1.979. En aquel Congreso, Felipe González propuso abandonar el marxismo como ideología oficial del PSOE, tras un rechazo inicial a esta propuesta Felipe González renunció a la secretaria general. Otra vez afloraba la división interna del partido. Se constituyó una gestora dirigida por Pablo Castellano y Luis Gómez Llorente. Meses más tarde en un Congreso Extraordinario, la propuesta de abandonar el marxismo y aceptar la Monarquía Parlamentaria como forma de Estado fue aprobada y Felipe González fue aclamado como Secretario General del PSOE.

Lo ocurrido desde entonces es conocido de los lectores, pero habrá que destacar dos momentos que han dejado huella en la política española y en la transición. La primera fue en 1.982 cuando el PSOE ganó por mayoría absoluta y Felipe González formo el primer gobierno del PSOE tras la guerra civil. Aunque no era tan conocido, los primeros pasos de aquel gobierno estuvieron muy observados por la socialdemocracia alemana, Willy Brandt envió a España técnicos y consejeros que guiaron a Felipe en sus inicios, entre ellos recuerdo con afecto a Helga Soto, encargada de las relaciones con los medios informativos. El PSOE fue reconocido como partido de gobierno en toda Europa y España comenzó la alternancia política con una estabilidad que impulsó el desarrollo económico y social.

Tras unos años de hegemonía del centro derecha, todo trascurrió con cierta normalidad en la izquierda española hasta que el PSOE con José Luis Rodríguez Zapatero logró una mayoría para formar gobierno en 2004. Zapatero inspirado en los postulados de la izquierda radical decidió un proceso de ruptura con la transición a la democracia, con el objetivo añadido de deslegitimar al centro derecha para ocupar el poder en España y fomentar el monopolio de las izquierdas, incluidas las marxistas. Su mejor arma de agitación social fue la Ley de Memoria Democrática que volvía a enfrentar a los españoles en dos bandos irreconciliables. La guerra civil cobraría protagonismo decisorio en futuras elecciones generales, había que volver a Franco, el Valle de los Caídos, las responsabilidades del franquismo, etc. El PSOE conducido esta vez por un irresponsable volvía a sus raíces marxistas. Lo ocurrido en aquellos años de Zapatero queda en la memoria reciente; el consenso y el diálogo bases de la convivencia fueron dinamitados con leyes y decisiones rupturistas. La semilla de la discordia estaba arraigada.

Tras años de gobiernos del centro derecha, volvió otra vez el PSOE con Pedro Sánchez. Su primera decisión fue formar gobierno con partidos de izquierda extrema marxista aglutinados en varias siglas.La senda marcada por Zapatero seguiría su dinámica destructiva de la democracia, el Estado de Derecho y la convivencia pacífica entre los españoles. El actual PSOE ha regresado al siglo XX y sus políticas conducen a la discordia y el enfrentamiento que propiciaron en la Republica Francisco Largo Caballero y Juan Negrín entre otros socialistas aliados con el PCE. El trabajo obsesivo de Pedro Sánchez ha sido la voladura de todos los elementos de reconciliación que fundamentaron la Constitución de 1.978 y la democracia española. El retorno a la guerra civil y todos los símbolos y recuerdos de aquellos años fratricidas.

España está más dividida que nunca en tantos años de democracia. Felipe González ha venido criticando con dureza el deterioro institucional, social y político señalando a Sánchez y al Gobierno de coalición. González se erigió la conciencia de la social democracia en España frente a los socialistas radicales, comunistas, separatistas y filo terroristas que apoyan el Gobierno de España. Todo un discurso que abrió la esperanza en militantes del PSOE que creyeron que el partido podría volver a la moderación y el espíritu de la transición entre los escombros del sanchismo/zapaterismo. Ahora se descubre que todo esto fue una impostura, un juego de tahúres donde cada cual apostaba a su ventaja. Ensimismado en sus logros económicos el viejo Buda ha despertado de la ensoñación, jamás fue otra cosa que lo que ahora es solo que los españoles necesitaban creer que la democracia reciente sería matriz de políticos al servicio del bien común. Ocurre que muy pocos creen ahora en esto.

Felipe ha descubierto que no es nada ni nadie, se lo ha tragado el tsunami del tiempo. Y buscó su único y último refugio en aquel abrazo ante las cámaras con Pedro Sánchez en el Congreso de Valencia. Ni una crítica que pudiera molestar, silencio bovino, como todos. Desde aquel Congreso Extraordinario en 1979 a este otro de Valencia, Felipe se ha dado indigna sepultura política, ya no le queda ni el respeto de los suyos.

El veterano político ha entendido que el PSOE ha vuelto a sus orígenes marxistas y revolucionarios. No tiene autoridad moral en su partido. Un simple pelele de las circunstancias. Podría haber sido Felipe el Grande, pero solo le queda ser lo que es, Felipe el Viejo. Triste epitafio para tantas glorias pasadas.

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