Otro partido flojo el del viernes por la noche. La Unión Deportiva Almería cayó ante un Rayo que tampoco fue mejor y sí supo aprovechar una de sus últimas ocasiones, además de sacar partido de la superioridad numérica de la que disfrutaba desde mediada la segunda parte por una expulsión más que rigurosa a Ivanildo. El árbitro esta vez no era de los peores y, sin embargo, pudo ser decisivo con esa decisión. Como quiera que no ganaban los rojiblancos sobrados como en Málaga, a todos nos entró la flojera con esa contra rayista que culminó en el gol de rebote a disparo de Bebé; no pudo hacer nada un gran Fernando.
Buen partido otra vez de un portero suplente de lujo, del que recuerdo que Salmerón decía exactamente eso: en Murcia tenía rol de reserva y cuando jugaba lo hacía perfecto. Lo mejor, asumía sin rechistar volver al banquillo pese a merecer a todas luces más minutos. Lo de Samú Costa puede parecer normal y sin embargo no deberíamos normalizar reacciones así, de niño pequeño, por mucha razón que creas o puedas tener. Te cambian y te callas. Da igual que lo estés haciendo bien y sobre todo que tu compañero esté más flojo o tenga tarjeta. Pierdes toda la razón si sales del campo y te diriges a tu banquillo gritando como un energúmeno.
Mala imagen en general, también de los hombres de arriba, reflejada en los cambios de Gomes, que quizá esperó demasiado: primero esa triple sustitución bien avanzada la segunda mitad que quizá debió avanzarse y dosificarse en tiempo y forma. Luego terminó por sacar del campo a un Sadiq que me sigue pareciendo un fenómeno fuera de serie pese a que le sobre más de una floritura y regates imposibles. Hace fácil lo difícil y viceversa, como Julio Salinas en su época.
Y no sé si me acaba de entrar más flojera al recordar esta derrota que aleja a la UDA del ascenso o al comprobar que debo ser muy viejo si tengo que echar mano de Salinas para buscar algún paralelismo con Umar Sadiq. Ustedes perdonen.
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