Análisis

paco gregorio

Francisco o la honestidad por bandera

Su imagen saldrá fortalecida tras dimitir del Córdoba a quince días de iniciarse la Liga

Desconozco el caso en profundidad, pero la llamativa noticia de que Francisco dimita como entrenador del Córdoba a poco más de dos semanas del arranque liguero en Segunda bien merecen unas líneas. Alguna que otra situación similiar se habrá producido a lo largo de los últimos años, aunque no sea lo común y a voz de pronto únicamente me venga a la mente la asonada de Camacho en 2004, cuando plantó a Florentino en el mes de septiembre, recién iniciado el curso. El paso dado por el técnico almeriense es de valorar porque en este circo del fútbol pocos son los que tienen los arrestos de hacerlo. Renunciar a un año de contrato a nivel profesional no lo hace cualquiera, hay que tener la honestidad necesaria para no aguantar calentando el asiento a la espera de ser destituido y poner el cazo para cobrar el finquito entero. Una decisión que intuyo difícil de adoptar por la ilusión que tenía cuando firmó por el conjunto califal y sobre todo porque también supone dejar en el paro a su buen equipo de ayudantes, entre quienes se encuentran Jaime, Ortega o Sergio Pardo. Si Francisco ha llegado a ese punto la cosa debió verla bastante fea y no es para menos tras observar cómo se debilitaba el plantel sin que llegasen recambios acordes. Doce bajas (entre ellas las de Sergi Guardiola, Reyes o Aguza, tres de los puntales del equipo) y apenas dos incorporaciones hablan de una situación compleja, asfixiados como están los blanquiverdes por la regla del límite salarial. Vaticino que Francisco ha preferido dar un paso atrás para tomar impulso y avanzar dos adelante. En cuanto las cosas vayan mal en cualquier equipo de la Liga 1|2|3 su teléfono será uno de los primeros en sonar, con el valor añadido de saber que no se aferra a un cargo por la pasta. Lástima que su segunda tentativa con el Córdoba haya tenido este final, pero su imagen saldrá fortalecida.

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