Ahora que parece que la tensión catalana se adormece como niños sin sueño, mientras en cada sede van recontando las estadísticas electorales, TVE se prepara para las imágenesdel día del helicóptero. Un cacharro como aquel de A la caza del tesoro con el que se deslomaba Miguel de la Quadra-Salcedo a las órdenes de unos concursantes por islas perdidas y manglares fangosos. Otra vez el helicóptero, con prólogo y epílogo que sólo podrá animar Ferreras colocando esas bandas sonoras dramáticas que tanto le gustan.

El jueves, con otro aumento del consumo por la actualidad, será otro día de tertulias encendidas, convertido ya todo en espectáculo, para un asunto de forzada polémica y cáscara protocolaria que había venido suscitando indiferencia en una mayoría. Mañana la indiferencia se traspapela con la curiosidad por estas bromas macabras con la historia. Franco se va volando, desenterrado cuando ya muchos lo creíamos superado. Se afilan los perfiles en una mañana de memes como si fuera cualquier otra noche de GH VIP. La historia de la exhumación llega a su capítulo final. Se debería terminar así esta miniserie que parece un renqueante spin off del programa que vimos en 1975.

Lo de Cataluña, sin embargo, seguirá su deriva de patoso serial interminable. Torra, caricato de vocación, supera a su clon de Polònia con lo de la llamadita a. Y ahora que apagan las hogueras son los dirigentes separatistas los que vuelven a blandir la antorcha sin atisbos de automeditación y vergüenza.

De este lado estamos cansados, pero ha de seguir prevaleciendo la mesura y la calma entre nosotros. Son los independentistas los provocadores y los violentos. Y los qur insultan a los suyos. No se puede bramar contra TVE por una sola frase en twitter con lo de "cayó una piedra" sobre el policía malherido, cuando la cadena pública ha abordado en esta ocasión una cobertura acertada. La paciencia juega a favor. Ante las rabietas de los independentsitas y los vómitos de sus cachorros toca (aún) silencio y distancia.

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