Hoy ningún Arte es más verdadero que otro. Pretender ser crítico de Arte desde los años

de la llamada postmodernidad, desde que se habla de la creencia de que el Arte se ha acabado, lleva implícito, por lo tanto, romper con relatos estéticos y artísticos conocidos como válidos hasta ahora. Decir fin del Arte es decir que el Arte, tal y como se había entendido durante lo que conocemos como su historia, se ha liberado de los conflictos que creaban los manifiestos que grupos de artistas suscribían ajustados al orden, o al margen de este. Todo lo que no entraba dentro de nuestra personal o grupal manera de entender el Arte quedaba fuera de él.

Cuando la historia y la vida nos enfrentan a momentos como todos los sucedidos en los últimos doce meses, los creadores mantienen reflexiones diferentes que se reflejan rápidamente en sus obras. Algunos revisan su andadura profesional y retoman caminos abandonados. Otros pretenden ser testimonio necesario de ese momento concretísimo. Muchos se ponen a trabajar sin plantearse nada fuera de ellos. Cuando miremos hacia atrás para recordar esta situación es posible que tengamos que reconocer un nuevo punto de inflexión, como tantos ha habido, en la Historia del Arte.

Cuando el paso el tiempo es un factor de gran importancia en el desarrollo sensitivo del individuo y las apreciaciones sobre el espacio se ven limitadas y miramos hacia otros escenarios cuyos ritmos nos son nuevos, la vida nos cambia. Muchos de nosotros dejamos salir la creatividad como el aire de los pulmones tras un ahogo, algo desde dentro, de lo más profundo. La gente escribe, dibuja o nos muestra en vídeos caseros sus personales maneras de expresarse, que no son otra cosa que performances, manifestaciones artísticas contemporáneas de las que suelen conocer muy poco, pero que a los teóricos del Arte les confirma lo legítimas y actuales que son.

Y los que no se sienten creadores, creativos o artistas, se han acercado al mundo visual desde otro balcón. Las redes sociales son en su mayoría redes visuales. Abrimos a diario nuestro entorno cotidiano a otros escenarios y espacios, donde el Arte y la Creación Artística se muestran con la acelerada velocidad con la que suceden y desde lejanos lugares donde se desarrollan. La digitalización de las imágenes nos permite disfrutarlas con detalle, en la intimidad y accediendo a toda la información que sobre ellas queramos tener.

Creo, por todo esto, que todos podemos desde ahora mantener con el Arte un diálogo más cercano, por estar entre los que lo generan o por ser uno de los que lo disfrutan.

Entiendo la Crítica de Arte, ambas con mayúscula, como ejemplo máximo de respeto al pluralismo de la capacidad creadora del artista. Como entiendo el Arte como testimonio de tolerancia, del multiculturalismo, de la necesidad de vivir juntos sin la urgencia de desacreditarse ni de negarse. Quiero creer que el universo plural de la situación actual del Arte puede ser un síntoma anunciador de nuevas posiciones sociales.