El Almería caminó por buena senda la pasada temporada, sin bajar del cuarto puesto en 42 jornadas. Sin embargo, en la hora de la verdad no se mostró como un conjunto fiable, notando fallos de principiante, como el revuelo en el mercado de invierno o una defensa de garantías, primer paso para un título o un ascenso. Aunque sin una pretemporada como Dios manda, Gomes, que ha podido implantar su estilo a pesar de estar en octubre en la cuerda floja, ahora sí cuenta con una zaga de primer nivel, restando por ver si enero vuelve a ser sangriento como ocurriese hace un año. Lo bonito del fútbol es su imprevisibilidad y lo importante, los resultados. Pero hay algo que se palpa y conlleva a lograr o no los diferentes objetivos. El pasado ejercicio, aun contando con bichos como Darwin Núñez, no dio la sensación de estar jugándose un ascenso. Y no fue precisamente por las gradas vacías. Si un extraterrestre hubiese visto las últimas jornadas ligueras, cuando las dos primeras plazas eran más que una posibilidad real o en la eliminatoria frente al Girona, no hubiese errado al afirmar en caso de afirmar que no había nada en juego. Me lo dijo César Vargas, alguien que entiende de esto y no le falta razón. Lo ocurrido durante la temporada no invitaba, además, a poner a ese Almería en el legado de los invencibles, como hizo Unai Emery en 2007 o Charles en 2013. Este curso sí se huele a ascenso, con una plantilla envidiable y muy equilibrada, que tiene el estilo de José Gomes. El luso se ha descubierto en España como un técnico de garantías, creando buen ambiente en el vestuario, algo fundamental para campeonar. Ya se ha resuelto uno de los problemas pendientes, que era que Sadiq se destapase como un goleador. Por qué no soñar si no la ventana invernal no acaba siendo una losa.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios