Hay quienes viven resentidos e intentan transmitir esa angustia a quienes pueden. Y el mundo del fútbol es una diana ideal donde disparar y canalizar esa frustración diaria. Quienes nos encanta este juego y lo que pasa alrededor de él somos gentuza, en ocasiones debajo del hombro del amargado que tiene una vida pulcra. No hay que remontarse tan lejos, poniendo el pasado sábado el foco en los lamentables y reprobables disturbios de Bilbao evitando el plausible comportamiento de Muniain y compañía tras perder la final de la Copa del Rey edición 2020 (gestión, por cierto, propia de Benito Lopera). Caballeros en la mesa y en la derrota. Como los futbolistas del cuadro bilbaíno tras una dolorosa derrota ante el máximo rival.

En la quinta columna de esta misma página pueden leer acerca del gesto de los futbolistas del sénior del Poli Almería minutos después de perder una gran ocasión de certificar una permanencia en Tercera División que será una realidad dentro de unas semanas. Si algo tiene el club rojiblanco es la conexión que hay entre los diferentes equipos, con una gran admiración de los pequeños a los mayores, eligiendo ser Ruzzo o Lay en la plaza del barrio (los pocos que siguen yendo). De ahí que a uno le llegue al corazón el gesto que tuvo la plantilla almeriense al acabar su encuentro del domingo, deseándole suerte al equipo que lleva con todo el orgullo del mundo este periodista, en un momento en el que hay ganas de encerrarse y mandar el fútbol lo más lejos posible. Los ejemplos a seguir son de carne y hueso aunque en ocasiones a muchos se le olvidan que son un espejo para niños y no tan niños, rehuyendo una fotografía o una sonrisa, técnica del móvil (pasar de largo para no pararse) incluida, cuando tienen el poder de transformar unos segundos en un momento inolvidable para una persona.

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