Tras los avances registrados en octubre, el deterioro de la situación epidemiológica, con epicentro en Europa, y la detección de la variante ómicron han provocado un aumento de la volatilidad de las principales bolsas mundiales desde finales de noviembre.

La nueva cepa del Covid-19, junto a la reintroducción de medidas de distanciamiento social y de restricciones de la movilidad internacional en algunos países, han ocasionado una toma de beneficios en las últimas semanas. Todo ello en un contexto en el que se mantiene el foco de atención en las informaciones sobre esta variante y la efectividad de las vacunas, y sus implicaciones en el crecimiento a corto plazo, especialmente en Europa.

Así, la nueva ola del coronavirus y las tensiones inflacionistas siguen marcando la toma de decisiones de los inversores en los mercados de renta variable a nivel global. En este sentido, será clave la evolución de los precios energéticos en los próximos meses tras la significativa corrección del petróleo ante la nueva fase de endurecimiento de las medidas asociadas a la pandemia. En concreto, el Brent ha retrocedido a niveles de 70 dólares por barril, dando lugar a un aplanamiento de la curva de futuros del crudo. Los mercados proyectan un descenso del Brent a 67 de dólares por barril a finales de 2022.

En esta coyuntura, el mayor retroceso mensual se ha producido en el Íbex 35 español (8,31%). Esta evolución refleja las pérdidas de los valores más sensibles al deterioro de la situación epidemiológica y al repunte de las restricciones, especialmente los asociados al turismo y aviación, y el menor protagonismo de valores menos afectados por la pandemia, como los tecnológicos.