No hay quien los pare. La Rubineta va embalada, ha cogido inercia y todo el que intenta frenarla acaba estrellado. El sábado noche lo probó un Valladolid que se adelantó en el marcador injustamente, sin tirar a puerta: la mala suerte hizo que César de la Hoz se la metiera sin querer a Fernando… Doblada se la metió. La fortuna esquivó a estos dos protagonistas en la sombra y que sin embargo esta temporada están teniendo papel estelar y brillando más que nunca. Pero donde las dan las toman y el almeriense añorado Joaquín tampoco podría evitar en la segunda parte ser el último en tocarla antes de que se le colara a su portero. La mano de Rubi se dejó sentir en los cambios, tan acertados que prácticamente coparon las asistencias y los goles rojiblancos en una velada memorable. Largie Ramazani -gol-, Dyego Sousa -asistencia-, Sergio Akieme -gol- y Francisco Portillo -asistencia y gol- apenas dejaron las migajas del pase de gol -otra asistencia más- de Umar Sadiq. Cabe recordar por supuesto que los pucelanos jugaron con uno menos desde antes del descanso, por la absurda pero justa expulsión de Óscar Plano, y que pese a todo tuvieron ocasiones para poner las cosas más difíciles a la UDA, especialmente un disparo a la cruceta que hizo tragar saliva primero y respirar aliviada después a una afición almeriense que ya tiene otra noche mágica para recordar. El rival queda muy lejos en la clasificación. Allí ya nos ven también imparables e inalcanzables, pero queda mucho y, aunque también suene a tópico, hay que seguir apretando. Lo mejor es que si vienen mal dadas, a diferencia de otras temporadas, en esta sí hay capacidad de reacción. Y todo pinta a que si hubiera algún atisbo de relajación por parte de algún jugador no le duraría mucho porque rápidamente sería reemplazado por otro que igualaría o mejoraría probablemente sus prestaciones. Visto y comprobado: menudo fondo de armario.

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