No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy es uno de tantos dichos sabios, populares y ciertos como la vida misma. Siendo la UDA tan superior al Zaragoza como se ha demostrado que lo es, el tener que haber esperado a certificar el choque a falta de cinco minutos dijo mucho de los fallos individuales que se cometieron pese a la supremacía rojiblanca. Este bloque de Rubi juega de memoria sobre un esquema que le permite permanecer en la pomada del encuentro a pesar de los errores personales. Y el primero fue del propio Rubi al confiar una vez más en Lazo de inicio, en detrimento de Ramazani. El desconcierto del delantero gaditano fue supremo junto a la desesperación de Sadiq, que quiso ser lateral, centrocampista, extremo y delantero centro. Con toda esta crítica sobre los atacantes rojiblancos, la UDA fue capaz de generar oportunidades y de encerrar en su campo a un conjunto como el maño, tan complicado de vencer hasta la fecha. Es decir, con el equipo de Rubi a medio gas en ritmo, acierto y velocidad las ocasiones se sucedieron en cascada. Tan solo Samú estaba en otra actitud, en otro partido, muy por encima de sus compañeros. ¿Qué hizo Rubi tras el descanso? Nada. La ignominia futbolística de mantener a Lazo sobre el terreno de juego durante la segunda mitad se confirmó y la desesperación de Sadiq fue en aumento. Lo de su jugada tras el buen disparo de Arnau y su posterior despiste en forma de codicia personal, pasará a los anales de la historia de la UDA, y casi del fútbol. No vi otro ejemplo de avaricia en años como el que protagonizó Sadiq en aquel lance (en Fuenlabrada ya apuntó maneras), desatendiendo la finalización del mismo. Encima, el nigeriano ni tenía razón, porque el disparo de Arnau fue acertado y la línea de pase sobre su compañero no estaba tan clara. De nuevo quiero recordar, en el ecuador de este escrito, que tanto reproche no subyace de un mal encuentro, sino de errores individuales que pese a la neta superioridad del conjunto almeriense pudieron llegar a tener influencia en el marcador si en algún balón parado o rechace desafortunado el Zaragoza hubiese obtenido rédito. Pero claro, el que tenía que haber sido titular indiscutible resolvió en un periquete. No fue otro que Ramazani, que sin querer le envió un tremendo zasca a su técnico en todo su rostro. Haber dejado en el banquillo a un jugador que es capaz de dar una asistencia todavía más complicada que aquella mítica de Guti, se convirtió en la segunda ignominia futbolística de la noche. Y todo en los últimos cinco minutos, con el peligro que conlleva jugar con ese riesgo al final del encuentro. El remate de todo lo expuesto lo certificó el propio Ramazani con su tercer tanto en un alarde de técnica y de frialdad. Fue como haber reservado al mejor Messi o Cristiano en sus respectivos equipos para el final. Una frivolidad que Rubi se permite dada la superioridad de su equipo, gracias eso sí a su buena labor desarrollada desde la pretemporada en forma de conjunción y de capacidad defensiva que le permite seguir siendo el conjunto menos goleado, clave de todo éxito futbolístico. Mención especial para Pozo, menudo fichaje de superior categoría. Rubi, enhorabuena por tu trabajo, pero no juegues más con fuego...

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