Análisis

INOCENCIO F. ARIAS

Diplomático

Ione e Irene se lucen ante Agustina de Aragón y Malasaña

El emperador francés Napoleón entró en España con un ejército de 200.000 hombres

Imaginamos lo que podría haber ocurrido hace justamente 180 años si Ione Belarra, una navarra ministra de Carlos IV, en momentos en que Napoleón invadía España y con la mitad de nuestro país alzándose en armas contra el mejor ejército del mundo, declarase ruidosamente que " contribuir a la escalada bélica puede llevarnos a un escenario impredecible y muy peligroso. La guerra nunca es el camino".? (Con un par).

La arenga pacifista habría resultado ridícula, lo era, y, para muchos de la época, criminal. Supongamos que poco más tarde, en mayo, los alcaldes de Móstoles, Simón Hernández y Andrés Torrejón lanzan su pronto famoso Bando que rezaba así : " En Madrid está corriendo ahora mucha sangre. Somos españoles y es necesario que muramos por el Rey y por la patria, armándonos contra pérfidos, que, so color de amistad y alianza, nos quieren imponer su pesado yugo..Procedamos a tomar providencias para escarmentar tal perfidia acudiendo al socorro de Madrid….y alistándonos…" Entonces llega un anteriormente importante y ex--alto personaje de la Corte llamado Pablo Iglesias y repite en tono doctoral y buenista que alentar a los civiles a que luchen contra un ejercito bien pertrechado es erróneo y disparatado.

El tal Iglesias estaría tocando el violón como Belarra. En estos momentos también desbarran porque el paralelismo entre nuestro 1808 y la situación en Ucrania es mucho más ajustado de lo que ellos querrían ver. Me explico.

Napoleón entró taimadamente en España, después de amedrentar, comprar o engañar a Fernando VII. Nunca pensó que nos levantaríamos en Madrid, Zaragoza, Gerona y cien ciudades más. Putin ha simulado negociar cuando siempre pensó invadir. El emperador francés entró en España con un ejercito de más de 200.000 hombres frente a unas fuerzas muy inferiores que acabarían frenándolo con importante ayuda británica. Putin también tiene una superioridad aplastante.

Napoleón creyó que, doblegado el monarca, el pueblo español engatusado con promesas de cambio se plegaría. No fue así. Por todas partes brotaban Agustina de Aragón, Daoíz y Velarde, Manuela Malasaña, el chico catalán del tambor del Bruch, Alvarez de Castro , el Empecinado y millares de héroes anónimos. Pensemos en la mujeres de la "Compañía de Santa Bárbara" en Gerona. Con los ucranianos Putin también se engañó. No lo recibieron con palmas y olivos como creía o quiso hacer creer a los rusos en el pertinaz lavado de cerebro al que los somete. El corajudo Zelensky le ha salido respondón y leemos con admiración que varios miles de ucranianos que se encontraban en el extranjero han regresado para, incluso sin experiencia, coger las armas. Es dudoso que algo así pudiera ocurrir en nuestros pagos.

Las similitudes pueden continuar, Napoleón saqueó, Putin destruye la infraestructura. Madrid pasó hambre en nuestra guerra. Los ucranianos sufren ya enormes penalidades, hospitales destruidos si no bombardeados, frío, misiles contra edificios civiles. Putin parece tener menos escrúpulos que el francés.

Nuestros patriotas pidieron ayuda a Inglaterra. Llegaron Wellington y Moore. Ahora Zelensky solicita comida y armas. No es mucho, la tragedia es parecida. En esa tesitura, Pedro Sánchez vaciló e hizo dos afirmaciones que lo pusieron en evidencia, no enviaría material ofensivo y no aumentará los gastos en defensa. Al hablar debió influirle ese slogan simplista de "no a la guerra". Como apuntó atinadamente Borrell los del no a la guerra están escamoteando el "no a la invasión". ( Ya dijo Obama que hay que evitar las guerras estúpidas pero que a veces las hay inevitables, justas diría hace siglos nuestra Escuela de Salamanca). Sánchez pronto corrigió, le debió llamar Doña Ursula o Scholz y decirle, "¡macho, que te quedas solo!". Persistió con la segunda: no aumentaremos(?) el presupuesto de defensa.

La tenacidad con que los podemitas eluden el meollo de esta tragedia es sorprendente. El origen de la guerra, que Putin califica cínicamente de "operación militar especial" y encarcela a quien la llame guerra, es la invasión de una nación soberana cuya independencia había sido refrendada por Rusia. Los ucranianos no se resignan y ofrecen resistencia. Les honra. Putin utilizará toda clase de recursos porque cree y ha manifestado que la independencia de Ucrania es una entelequia, una broma.

Cuando Irene Montero, analfabeta en política exterior, afirma que van a tratar de convencer al Psoe de que la diplomacia es la única alternativa para pararle los pies a Putin demuestra su ignorancia de la situación actual. Putin no quería diplomacia , quería imponer a Ucrania unas claúsulas leoninas que eliminaban su libertad y su independencia. Cameleaba, venía preparando la guerra hace meses. Es obvio. El voto de censura en Naciones Unidas obtuvo 142 votos a favor 5 en contra y 35 abstenciones. Guterres, secretario general de la Onu, ha mostrado su horror ante la conducta de Putin.

No es claro donde se alimenta el Psoe que exalta a las Brigadas internacionales de nuestra guerra y a otros luchadores por la libertad. Es por ella por lo que se alzaron los ucranianos. Uno olfatea que Podemos sigue con su ley del embudo. Las revueltas de la izquierda, Rusia, Maduro, Cuba, son santas. Las que capitanee Estados Unidos y los países de Occidente son impías, condenables.

Agustina de Aragón, de 22 años, cuando los defensores de la puerta del Portillo, estaban "muertos en el exterior todos los que la defendían y nadie osaba ir a reemplazarlos", salió rápidamente, cogió la mecha de manos de artillero agonizante y disparó deteniendo a los franceses. ¿ La habrían reprendido, por su osadía, Ione e Irene diciendo que "la escalada puede ser muy peligrosa" o que "hay que emplear una diplomacia con precisión"?. Lo dudo. En su exilio de Santa Elena, Napoleón comentaría : "España se ha conducido como un hombre de honor". Es lo que han hecho los ucranianos, que no querían la guerra; defender su independencia y su honor.

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