En noviembre de 1951, tras un breve noviazgo, Artero contraía matrimonio con Ángela Núñez, joven almeriense con la que coincidía unos meses antes en las inmediaciones de la Escuela de Comercio de Madrid, donde ella estudiaba. Instalada la joven pareja en una vivienda del barrio almeriense de Ciudad Jardín, poco después llegaban los primeros hijos: José María y Ángela. Tras ellos, María del Mar, Jorge, Carlos y, en 1964, Pilar.

A finales de la década de 1960 la familia se traslada a un piso en el Paseo de Almería. Un cambio de domicilio antes del cual tenía lugar el primer viaje familiar.

Fue en el verano de 1963. El destino Cercedilla, en la sierra de Madrid. Un viaje tras el cual llegaron otros muchos más, inspirados por la pasión de Artero por los viajes y la importancia que les concedía como momentos de reunión familiar.

Como en 2016 señalaba María del Mar Artero, "no puedo imaginar nuestra relación familiar sin los viajes. Probablemente una actividad que nos identifica, que nos ha mantenido unidos y nos ha proporcionado sensaciones, experiencias, recuerdos imborrables".

Amante de la vida familiar, sobre su relación con sus hijos Artero le confesaba en 1972 a Esteban Morata que, "cuando alguna vez pide ayuda algún hijo por razón de estudios, no le doy la respuesta directamente, sino que le pongo en el camino de que la halle por sus propios medios, con el libro, la nota, el diccionario o el disco más conveniente. Me gusta ver cine en la televisión con ellos, para tratar de entender sus reacciones y justificar las mías. En las comidas preferimos que ellos cuenten sus cosas a imponerles una conversación de marido y mujer, con espectadores mudos, y así, la sobremesa, muchos días, es bastante animada. Y aunque mi despacho y mis cosas están abiertas a todos, procuro que respeten las pequeñas manías de uno, dejando cada cosa en el sitio que estaba al cogerla, y usar de todo, pero sin abusar de nada".

*Director de la Fundación de Arte Ibáñez Cosentino