Llevamos dos semanas con el corazón encogido, así que no me puedo ni imaginar por lo que han pasado los padres de Julen. Cada noticia era un nuevo problema y un nuevo retraso, pero durante los primeros días aún estaba esperanzado. Aunque conforme iba pasando el tiempo fui asumiendo que esta terrible historia no iba a contar con un final feliz. Ya solo esperaba que la agonía de esa familia acabara cuanto antes, para que pudieran despedirse del pequeño. Lo siento en el alma. Descanse en paz.

Esa paz que se ha visto perturbada por culpa del amarillismo de los medios de comunicación o de la gente miserable difundiendo bulos. Aun así, yo me quedo con la otra parte, la de la mayoría. Porque ha sido admirable la labor de todo aquel que ha participado en el rescate. Desde los mineros, agentes, operarios, empresas que han parado su actividad para dotar de medios a la excavación y hasta los vecinos de Totalán. Me quedo con todos los que han sentido esta tragedia como propia. Porque, por suerte, son muchas más las buenas personas que hacen que podamos sentirnos orgullosos.

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