Mientras veía el homenaje que Andreu Buenafuente dispensó a Concha Velasco sentí envidia y cierto enojo. ¿Por qué no podíamos ver algo así en TVE? ¿Por qué en #0 sí y en TVE no? ¿Podría contratar TVE a la productora El Terrat para que llevase a cabo un programa de estas características? ¿Está la televisión pública para aspirar a semejantes lides?

Yo creo que sí. Partamos de la base de que el Late Motiv dedicado porque sí, con formato monográfico, a Concha Velasco fue una de esas horas de televisión de antología: un formato modélico en el que mirarse. Para colmo la homenajeada es una de las presentadoras de la casa. La anfitriona de Cine de barrio, el espacio más visto de los sábados por más que las películas emitidas se repitan en bucle.

Pero volvamos al homenaje a la gran Concha Velasco. Hubo talento. Hubo originalidad. Para lo que se necesitan muy buenos guionistas. Y hubo dinero. Porque para hacer buena televisión es imprescindible la labor de producción. Dinero (bien administrado) y talento. No hay más.

La puesta en escena de tres de las secuencias más representativas de la carrera de la actriz, Las chicas de la Cruz Roja, Teresa de Jesús y Yo me bajo en la próxima, ¿y usted? ejemplificaron cómo con talento y una buena producción se pueden lograr los mejores resultados. Decía Narciso Ibáñez Serrador con ocasión del Un, dos, tres dedicado a la figura de Rafael de Penagos que debía hacer varios programas normales para poder tirar la casa por la ventana en alguno especial, o por lo menos de esos con los que él se quedaba muy a gusto.

Late Motiv es realmente el Un, dos, tres de nuestro tiempo. Es el programa de entretenimiento más imaginativo y mejor producido de cuantos se emiten en la actualidad entre todas las cadenas. Que no se lleve a cabo en la pública da mucha pena.

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