Análisis

Francisco G. Luque Ramírez

De Luna a Corral

La garra en el campo de algunos jugadores les da ante la afición mucho más que sus números

S IEMPRE , en un equipo de fútbol profesional o semiprofesional, suele haber como mínimo un jugador que, independientemente a su calidad, suele meterse en el bolsillo a la afición desde el minuto uno. Lo hace por su entrega, su garra, por ser de esos futbolistas con alma luchadora, que transmiten más a la grada por tirarse al suelo para recuperar un balón que marcando un gol. Por la provincia de Almería han pasado algunos, que yo haya podido ver, en los últimos veinte años. Y seguramente desde años antes de que yo naciera, cuando el balompié guardaba una gran dosis de romanticismo, muchos disfrutaron de jugadores que se dejarían la piel como nadie sobre el césped defendiendo los escudos de los históricos equipos de esta tierra. Basándome en mis vivencias, nunca jamás he visto a nadie levantar a una grada entera en ningún campo almeriense como lo hacía Paco Luna, delantero jerezano queridísimo por el Juan Rojas y posteriormente también por el Mediterráneo, tras defender tanto al CF como a la UDA. Ha pasado a la historia como uno de los mejores arietes rojiblancos y eso que, ni de lejos, hizo unos registros goleadores envidiables, pero ahí estaba siempre, en el momento oportuno, con su carisma y su fuerza, dando aliento al equipo en los momentos difíciles y despertando a la parroquia almeriense de su letargo cuando el Almería necesitaba el calor de sus fieles. Desde Paco Luna, había visto a pocos jugadores con ese poder para revolucionar a la hinchada. Quizás nuestro paisano y también delantero Francisco, actualmente entrenador. Pero desde hace unas cuantas temporadas, en Santo Domingo, el CD El Ejido 2012 ha tenido a su Paco Luna, a Samu Corral, que no solo es un homenaje a la entrega, también es determinante para un cuadro celeste en el que ha superado numerosos obstáculos. El granadino, sin dotes de superclase, es el tipo de jugador que todos querrían tener en su equipo porque siempre entrega, como solía decir el cantaor flamenco Antonio Mairena, "el corazón por entero".

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