Análisis

pedro López Ávila

'Lunas de oriente' de josé antonio santano

Conocí a José Antonio Santano el 22 de abril del año en curso, con motivo de la presentación de su último poemario Lunas de oriente, editado por Dauro (Colección Rubí) y presentado por uno de los grandes de nuestro quehacer literario más actual, Antonio Enrique. Tras el acto nos dirigimos a compartir mesa y conversación con el autor de Lunas de oriente; el azar quiso que estuviéramos sentados contiguamente y, al margen del asunto principal que nos había reunido, bajo un calor sofocante, dialogamos sobre distintos temas. Desde el primer momento percibí que me encontraba delante de un hombre que se abría en nuestro diálogo y se traslucían sus íntimas y profundas convicciones sociales. Nos despedimos, no sin antes, intercambiarnos nuestros números de teléfono y el deseo de volver a continuar conversaciones distintas, que el tiempo no nos permitió por no hacer mudanza en su costumbre.

Por aquellas fechas, hojeé por encima sus versos y como quiera que otros asuntos me distraían y me apremiaban, decidí aplazar su lectura para hacerlo con posterioridad de una manera más sosegada. Y no me equivoqué al hacerlo de esta forma, es decir, masticando y saboreando el poemario en su totalidad (como una unidad de contenido). En efecto, cuando han pasado los días, he leído pausadamente, cada sílaba, cada grupo fónico o sintáctico, sin la tiranía estricta de los signos de puntuación que exigen las normas gramaticales, y cada hallazgo verbal, que no son pocos, de estas "Lunas de oriente". Y me he encontrado de frente al hombre que ya intuí en el primer encuentro y al poeta reivindicativo del desajuste vivencial existente entre Oriente y Occidente.

Con la serenidad y calma adecuada es como descubrí a José Antonio Santano. El autor se sitúa en el mismo centro del sufrimiento, de la barbarie y del horror del hombre anónimo, cargado de miseria y entre los límites que le han sido impuestos: clausuradas fronteras/ que disparan sus balas/ al hermano que huye/ de la guerra que duele. Y es ahí, estrictamente ahí, en donde encontramos a nuestro poeta: encarnando en la palabra el holocausto que padecen Alepo o Bagdad, entre otros muchos pueblos de oriente. Hombres anónimos que en este caso provienen de países , donde todo era esplendor del hogar verdadero/de los frutos celestes/ y las flores más bellas, y hoy, convertido, en bibliotecas ardiendo/ en la noche más larga/ mientras quedan los hogares vacíos /por huir del desastre/ de la guerra continua/ de exiliados que andan/ con pesadas maletas/ por el mar asesino.

Los contrastes entre Oriente y Occidente le provocan al autor de "Lunas de oriente" un dolorido sentir que, ciertamente, cuando mira al otro lado, le daña la mirada y le rasga el alma, y, por consiguiente, medita sobre su responsabilidad histórica, que tiene como escritor: dar testimonio de la vida cotidiana de los perseguidos, humillados y exiliados en este momento de la historia, dentro del espacio y del tiempo que les ha asignado el destino en su realidad; es decir, todo está en función al momento y al lugar en donde se haya nacido. Así, el pensamiento y el sentimiento de Santano se funden como elementos indispensables de su experiencia poética. Recordemos a Sartre: (…) El escritor debe abrazarse con su época (…) O bien (…) Si se me presenta el mundo con sus injusticias, no es para que yo las contemple fríamente, sino para que las anime con mi indignación.

La poesía de "Lunas de oriente" se abre a los intereses de la humanidad, pero lo que es más importante es que no se pierde vista la búsqueda de la belleza de la palabra, que es el modo de identificarse con el prójimo y de aceptarse nuestro autor como poeta. De esta manera encontramos bellísimas imágenes: "espejos lucientes de aromado ungüentos" "pájaros en su vuelo de luces", "los labios en la piel de una mariposa inventada", " espumas de muerte atraviesan fronteras", "tormentos de dicha de metal y silencio", "el amor en los labios en color arcoíris" "vacío que se clava en la cuenca del ojo". Otro recurso muy utilizado por nuestro poeta es la sinestesia: "voz templada en el aire", "flores sonoras", silencio de sombras" "Y una voz se repite adulzada y carnosa", "la palabra dibuja", "las manos vocean" Digamos, en fin, que en esta labor de desnudamiento y denuncia que tan bien hace Santano, ante una realidad dañina para cualquier alma sensible, también es un despojamiento de sus habilidades y recursos retóricos que, desde una aparentemente facilidad, se esconde un profundo conocimiento de los mismos y bastante complejidad para expresar con minuciosa exactitud.

Aquel tiempo, no tan lejano, en el que el poeta cantaba casi de modo prosaico y panfletario a los perdedores de las guerras o arengaban al combate, es sustituido, en este poemario, por la belleza de lo que ya no es (de lo que fue) frente a lo que es: la muerte, la desolación la devastación el exilio y los campos de refugiados y, con un tono de indignación elegiaco entreverado con referencias apocalípticas, el yo lírico finalizará diciendo: Y me niego a vivir/ la oscura luz del día /que sangra de la tierra / en su origen de Oriente (…). Aquí el poeta echa pie en tierra y señala la similitud de los campos de extermino nazi con el genocidio al que se ve sometido Oriente en la actualidad. El poemario Lunas de oriente es un espacio incitante para la reflexión y, sin desdeñar la belleza, Santano, muestra su clara preferencia por recoger los momentos en que la vida se adensa ante el dolor del insulto/o la muerte temprana/ en los campos de Gaza. Para esto se sumerge en el hondo compromiso de alinearse con los humillados del presente más actual (no de la historia), y con la fuerza de su lenguaje confía en que se consiga un latido unificado del ser humano entre Oriente y Occidente. Para esto, con el recurso machadiano de la evocación y el recuerdo realiza una superposición de imágenes paisajísticas, por medio de una incursión temporal, de lo que fueron Bagdad y Ávila, por ejemplo, y lo que son hoy, como una llamada traslúcida para refundar un mundo más puro y más libre.

He de reconocer que con la lectura de este libro me he sentido profundamente reconfortado, al descubrir que todavía existen poetas que nos demuestran que la poesía también puede y debe mostrarnos los espacios de la tragedia humana, con su carga de horror e impotencia e iluminar los falseamientos de la experiencia real. En este sentido José Antonio Santano, no solo consigue tal propósito con "Lunas de oriente", sino que también parece intuirse que traza una línea de esperanza sobre nuestros horizontes, quizá inmotivada.

En definitiva, esta entrega poética que glosamos, yo diría que se sitúa en el rechazo de esos dogmas de clubes de poetas neorrealistas y felices, pero también de los vanguardismos y academicismos.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios