Yue el miedo del hombreha inventado todos los cuentos.Yo no sé muchas cosas es verdad.

Pero me han dormido con todos los cuentos… Y sé todos los cuentos". (León Felipe)

Una tarde le pregunté en la radio a Ana Mariscal, actriz famosa, productora y excelente directora de cine, qué creía que empujaba al hombre en su ambición de poder y riqueza. Y me contestó inmediatamente mirándome a los ojos como si llevara tiempo esperando esa pregunta:

"El miedo. La obsesión del ser humano por atesorar riqueza y alcanzar una posición social relevante está originada por el miedo"

Pero miedo, ¿a qué? - le dije -

"Al sin sentido de la vida"

No está mal ese hilo como punto de partida de una reflexión a la hora sosegada de estos atardeceres de pre verano. El miedo. Creo que Ana Mariscal tenía razón. Y que las tres asignaturas, lecciones "troncales" que los maestros deberían enseñar a los alumnos tienen que ver con "el bien", "el mal" y "el miedo". El bien y el mal y sus consecuencias, y el miedo, como razón para optar por el bien y descartar el mal, teniendo siempre claro que de este mundo nadie se lleva nada, ni siquiera la huella que deja, pues más tarde o más temprano el viento del tiempo la borrará. Oí decir a un sabio trotamundos que el hombre es testigo de la rivalidad del bien y el mal, y que lo primero que debería decidir es de qué lado está.

Plantado ante la pantalla del ordenador o la televisión me cuesta reconocer a los políticos y periodistas que desde sus respectivas trincheras disparan mentiras o verdades a conveniencia del momento y la circunstancia.

Cuando aparecen la lucidez, la independencia, el criterio personal "intransferido"… ¡cómo relucen!

Igual que la gran calle de Alcalá cuando por ella pasan los andaluces - dice el cante por caracoles que tan bien cultivaron Antonio Chacón y Jacinto Almadén, entre otros -

La gran calle de Alcalá, a la vera del Congreso de los Diputados donde se oficia la ceremonia de las vanidades y rivalidades mal entendidas y mal defendidas. Cancha de jugadores mediocres vivarachos que se desenvuelven entre imposturas ante la perplejidad y la frustración del electorado teledominado.

Escribo el martes víspera del 3 de junio, imaginando el miedo que tiene que estar sintiendo Marlaska porque la oposición en bloque va a pedir de nuevo su dimisión. Es de suponer que el documento publicado por El Confidencial va a impedirle seguir apoyado en el burladero. En el texto breve, con membrete de la Dirección General de la Guardia Civil y la firma digital de su titular, se explicita que la causa del cese del coronel Pérez de los Cobos ha sido su negativa a entregar el informe que el Ministro del Interior, y el Gobierno, claro, querían conocer antes que la Juez que instruye el caso, quien había ordenado al coronel absoluta reserva. Ceder a las presiones de los enviados del ministro hubiera sido delito - dicen - "Uf…" piensa hoy don Emilio. La pasada semana ya dijo que no le gustaba nada la orina de este enfermo. Y es muy probable que el médico mamporrero no necesite estudiar demasiado las percepciones de su glándula pituitaria, para cambiar su diagnóstico de grave a muy grave.

"Mal asunto Presidente, mal asunto" - debe estar susurrándole Iván Redondo, "El Mercenario", como lo llamó recientemente ese formidable socialista auténtico que es Francisco Vázquez -.

Lo que sea, va a sonar.

"Invéntate otro cuento Iván, que para eso cobras más que yo. Pero, de todos modos alerta a la funeraria".

"Cuando de veras se quiere, el miedo es tu carcelero"

Pa'mí que don Fernando se está acordando de la copla. Su mirada pide socorro… mientras el mundo gira.

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