Análisis

Francisco G. Luque Ramírez

Medio Tiempo

Marta, una chica vasca encantadora, me mostró una faceta desconocida del 'Txingurri' Valverde

Como cualquier miércoles noche, llegaba a casa con la cabeza llena de pájaros después de haber estado unas cuantas horas con mi buen amigo Nacho, más conocido como Jibia, cambiando el mundo desde el murillo del Paseo Marítimo, nuestra parada obligatoria diaria. Recuerdo que iba muy bien abrigado, así que intuyo que sería diciembre o enero, algún día de esas semanas de transición del año 2016 al 2017. Entré en mi habitación y encontré un paquete con mi nombre. Lo habían dejado en casa por la tarde, durante mi ausencia. Nada más cogerlo, por su forma y el peso, supe que era un libro. Y más aún cuando me fijé en el apartado del remitente en la pegatina del envío. Sabía que me podía llegar algún día, porque me avisó, pero no me lo esperaba. Era de Marta Navarro, una chica vasca encantadora con la que solía hablar por redes sociales de literatura, política, música extraña y de la vida en general. Algunas veces, incluso, hasta del Athletic. En una de esas conversaciones, en las que me confesé fiel seguidor del conjunto vizcaíno, decidió que debía regalarme un libro y cumplió, varios meses más tarde, con su palabra. En ese paquete que abrí aquella noche invernal estaba el libro Medio Tiempo, de Ernesto Valverde, que por aquel entonces era entrenador del conjunto vasco. Marta acababa de hacerme descubrir una faceta que desconocía sobre el Txingurri, la de fotógrafo. Era un libro de imágenes capturadas por Valverde, de todo tipo, pero todas ellas cargadas de un alto nivel artístico pese a haberlas tomado en momentos cotidianos, por casualidad. Había fotos de compañeros, estadios, viajes en bus, aeropuertos, de su casa, su familia, aficionados anónimos, aparcamientos, contenedores y vestuarios vacíos. Todas imágenes preciosas, muy humanas, de gran contenido social y a veces con cierto toque de erotismo. Un regalo visual precioso, muy recomendable, que te hace entender que la gran belleza de la vida, seas entrenador de prestigio , periodista o panadero, está en los pequeños detalles que a veces pasan desapercibidos por no detener el tiempo un segundo.

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