Qué bien nos lo pasamos en el Estadio el jueves por la tarde! Qué partido nos regalaron los pupilos de Fran Fernández para empezar el mes de noviembre y menudo subidón que debe de suponer para la moral del vestuario rojiblanco de cara a lo que se avecina. Lo increíble fue que, siendo un partido para disfrutar y que nos regaló la plantilla rojiblanca, hubiera gente que se marchara cuando el Villarreal se puso con el 1-3 en el marcador. Ellos se lo perdieron, porque los que allí nos quedamos, fuimos al Estadio para disfrutar de ese partido hasta que el árbitro pitara el final... y menudo final. La pena, como decíamos algunos en la grada, es que se acabara el partido, porque el Almería, con el 1-3 en el marcador, nunca dio por perdido el partido y nos regalón todo un espectáculo que mereció la pena ver, de ahí la atronadora ovación final que se llevó el equipo camino de los vestuarios. Se lo merecían, como se merece un diez la afición rojiblanca, cuando Javi Calleja decidió retirar del campo a Santi Cazorla y todo el Estadio se puso en pie a aplaudir a un jugador que por segunda vez en su carrera como futbolista, se lleva una ovación del Mediterráneo. La primera, tras sufrir una gravísima lesión, por una fractura del peroné y la segunda, y seguro que más sentida y recordada por el jugador, la del jueves, donde la afición del Almería, como hacía mucho tiempo no recordaba, con una cerrada ovación despidió al futbolista camino del vestuario. ¡Chapeau!!, para la afición, menos para dos. Sí, para dos chavales que al acabar el partido y ante la sorprendente pasividad de la vigilancia en el perímetro del terreno de juego, saltaron al campo desde la grada y en el centro del campo trataron de convencer, sin éxito, a algunos jugadores del Almería para que les dieran sus camisetas, y volvieron a la grada, recorriendo casi 80 metros, sin que nadie de la seguridad del Estadio, fuera capaz de detenerles.

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