Análisis

jorge colipe

Miedo

El miedo escénico se apoderó del PSG, que otra vez se aturulló ante la posibilidad de victoria

En el fútbol existen distintos factores que pueden influir en el desenlace final de la contienda. La suerte de ese rebote extraño que termina en el fondo de la red, el melonazo de aquel defensa que se convierte en gol, los nervios de los protagonistas, el miedo a perder, también el miedo a ganar. Lo visto en el encuentro disputado entre el Real Madrid y el París Saint Germain tiene algunas cosas de esas, fundamentalmente el miedo a ganar que un año más ha paralizado al equipo de Unai Emery. El cuadro francés no ha sido capaz de ganar a un grande y a lo grande en una plaza ajena. El 3-1, resultado final increíble para quien estuviera viendo el encuentro, recordó a lo que un año atrás le sucedía en el Camp Nou, cuando los franceses traían una ventaja de cuatro goles. El miedo escénico, frase del genial escritor García Márquez que ha popularizado Jorge Valdano, se apoderó del equipo galo, que otra vez se aturulló ante tanta posibilidad de victoria. Por eso los grandes son grandes, equipos a los que no les puede la presión, por eso la historia, por eso su poderío, a pesar del más inmediato antecedente. Cuando el PSG lo tuvo, una ráfaga de esas a las que el Madrid nos tiene acostumbrados, -y el técnico vasco debería saberlo-, los mandó al suelo, a besar la lona como dirían los viejos relatores de boxeo. Un gancho y un directo al mentón y fin de la contienda. Contra todo pronóstico y las casas de apuestas, el Real Madrid, todo un clásico de la Liga de Campeones, dejó claro por qué es el bicampeón continental. Del otro lado un aspirante a grande que se achicó en el peor momento, a pocos pasos de hacer historia, reculó por pura especulación, por puro miedo a ganar, por rechazar el protagonismo. Ni jeques, ni Neymar, ni milongas, los partidos se ganan con goles y el Madrid clavó tres y se metió gran parte de la eliminatoria en la mochila. Ya lo decíamos la semana pasada. Si el equipo de Zidane pasa, entonces ¿quién es la víctima de la crisis?

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