No hace falta ser ningún experto para saber que los miembros de un equipo lleven este término a la máxima expresión es fundamental para lograr cualquier objetivo. De hecho, la historia del deporte está llena de éxitos protagonizada por individuos y equipos que a priori no eran los mejores, pero que acabaron siéndolo por esa piña que tanto ha hecho gala la plantilla del Almería en rueda de prensa y en redes sociales. Sin embargo, donde hay que demostrarlo es en el verde, día a día y en esos exámenes que son los partidos. La vergonzosa trifulca entre Brian Rodríguez y Umar Sadiq durante y al término del encuentro frente al Albacete, más propia de un solteros contra casados que de un club profesional, simboliza algunas de las fracturas del vestuario rojiblanco, con algunos de sus miembros enfrentándose en el propio túnel de vestuarios el pasado sábado. Al menos esta vez no han culpado al mensajero, pidiendo Rubi disculpas en sala de prensa para intentar calmar el incendio, avivado por el propio Brian Rodríguez en unas declaraciones al programa Polideportivo de Teledoce de Montevideo a pesar de que la propiedad rojiblanca prohibió hablar a sus jugadores argumentando que pretendían evitar distracciones (esto es tema aparte). El charrúa, que no ha demostrado nada en un fútbol de nivel como el español, tiene aires de estrella y se comporta como ese futbolista cadete que se enfada porque se cree el rey del equipo y a la mínima que vienen mal dadas amenaza con irse. Brian debería saber que la Segunda División de España no es la liga uruguaya ni la americana y que las puertas están abiertas. Eso sí, bien haría su entorno en aconsejarle bien sin anteponer de manera pública los intereses individuales por delante de los colectivos, máxime en una época en la que su equipo se juega muchísimo. Como reza el envoltorio de un azucarillo, "el primer método para estimar la inteligencia es observar a las personas que hay alrededor".

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