La imaginación del personal no tiene fronteras y la negativa del tenista Novak Djokovic a vacunarse está dando mucho de sí en el plano de las tertulias, pero fundamentalmente en la imaginación de la gente que ha inundado las redes sociales de memes alusivos a la situación. Como si el mismísimo Dios lo hubiera castigado, el nombre del número 1 del mundo ha dado mucho juego por la consonancia de palabras, nombre y apellido. No-Vac o Yo-Covid han corrido como reguero de pólvora por el ciberespacio, mientras el padre del susodicho da un salto de estupidez, tratando de hacer de la situación una cuestión de estado, mostrando al tenista como una víctima de la ciencia, la legalidad y la urgencia sanitaria. El serbio por quejarse, se queja hasta del hotel donde son trasladadas aquellas personas que por distintos motivos van a ser deportadas, una situación a la que diariamente se someten miles de personas en el mundo que no se apellidan Djokovic. Quiere un lugar de acuerdo a su estatus y una pista para entrenar, convencido que podrá disputar el Open de Australia por obra y gracia de un ejército de abogados. Mientras esto se resuelve el gobierno australiano continúa con su dura batalla para contener la pandemia y su política de fronteras cerradas. Gracias a estas medidas y un estricto confinamiento, este país de 25 millones de habitantes, logró en 2021 tener cifras de contagios y defunciones infinitamente más bajas que Europa. Ahora, la aparición de una nueva cepa, ómicron, y el relajamiento de las medidas, han hecho disparar los contagios a casi 65.000, que fueron los registrados el jueves pasado. Djokovic ha puesto sobre la mesa una discusión fundamental. Hay que dirimir si en una sociedad del siglo XXI deben primar los derechos individuales o los colectivos, cuando el riesgo de pandemia y muertes es el que es. Ahí lo dejo. No parece que se esté violentando ningún derecho individual ni humano,al intentar proteger a los ciudadanos del riesgo de contagio. Te llames Djokovic o Juan de los Palotes.

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