Es cierto que los datos de audiencia no son generosos con la cadena pública respecto al esfuerzo y calidad de los informativos. El problema de audiencia que tiene TVE está más relacionado con los tramas submarinas de los partidos y de qué manera afectan a la opinión pública que en circunstancias viscerales (virales) polariza las simpatías. La cadena pública parece que es de todos, aunque siempre parece que es en realidad sólo de unos pocos, los otros normalmente, y nadie se termina de comprometer con ella. TVE está en una posición tan accidentada que es complicado pedir a los espectadores que, por favor, vuelvan. Un poquito de confianza.

A los Telediarios actuales de TVE les falta un hervor de proximidad, de menos oficialismo y un poco menos de afectación. Y el agotador día a día de la guerra rusa ha revelado el músculo de la capacidad de su redacción, de tantos valores que atesora.

En Kiev se encuentra destacado Óscar Mijallo, el reportero de la casa más curtido en guerra, soldados y escombros que tiene la cadena pública.

Lleva tantos años oyendo bombazos a lo lejos que está habituado a esa tensión de cuando la muerte se rifa en la tómbola. En La noche en 24 Horas Xabier Fortes le urgía el jueves a refugiarse ante el ululeo de las alarmas de Kiev mientras que era el propio Mijallo el que llamaba a la parsimonia. Él sabía que al sonido de la fugra le toca trabajar de verdad y en ese caso supone arriesgarse. Tiene apariencia de anécdota pero es el ejemplo de la entrega de los profesionales implicados.

El propio reportero quitaba hierro después señalando que los periodistas nunca pueden ser la noticia. En parte tiene razón, pero su actitud es imagen del mejor nervio y valor que tiene la sacudida TVE y que apela a los grandes reporteros de otros tiempos de telecine que hicieron verdaderamente grande la televisión de todos. Cuando era todos pese a todo.

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