"Mi hijo lleva todas las vacaciones intentando jugar en la calle con otros niños y solo ha podido hacerlo en un par de ocasiones porque todos sus amigos (como el resto de niños) andan enganchados al puto Fortnite. ¿Eso queréis para vuestros hijos?". Leía ayer este mensaje en Twitter y a cada palabra expresada por Nacho, el padre del niño ávido de juegos reales y palpables, me venía un recuerdo de mi infancia, cuando una tarde veraniega, o invernal -me da lo mismo-, era un lienzo en blanco por rellenar de aventuras, o de necesario aburrimiento, con los amigos del barrio. Tardes de llegar del colegio, cuando se iba al colegio por las tardes; o de hacer hora para que el calor apretara menos, merendar y tirarse a la calle, ya fuera porque ibas a buscar a amigos, porque ellos te venían a buscar a ti o simplemente porque salías al encuentro de los juegos en el sitio de siempre, donde sabías que, sí o sí, los ibas a encontrar. Ahora, por no haber no hay ni amigos del barrio. La mayoría de los niños solo 'conocen' a los de su clase y su única interactuación fuera de casa es en esa epidemia de cumpleaños pijos y desnaturalizados que, la mayor parte de las veces, sirven sobre todo para que los padres compitan entre sí a ver cuál ha montado la fiesta más cuqui a su crío. Ahora los amigos 'de verdad', con los que los niños pasan horas, son una legión de avatares y pixeles que se encuentran al otro lado de la pantalla, vete tú a saber dónde y con qué caras.

La mayoría de los padres de hoy en día prefieren que el niño no dé el coñazo ni se ponga 'en peligro' correteando por los callejones o dando balonazos en la tapia, haciendo hoyos en los solares para jugar a las canicas o buscando descampados donde montar mundialitos. Con el Fortnite lo tienen controlado y callado. Eso sí, que le den wifi siempre, o querrá sacarles los ojos.

Lo mejor de todo es que el COI, la 'madre iglesia' del deporte mundial, baraja firmemente incluir entre los deportes olímpicos los llamados e-sports. Una buena forma de consolidar la estulticia y seguir fabricando seres asociales.

Cada vez estoy más convencido: cualquier tiempo pasado por supuesto que fue mejor.

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