Análisis

Francisco bautista toledo

Paisajes del silencio

Como si de un paseo reflexivo fuera, Ana Sánchez Lucas recorre con su pintura campos y pueblos, siendo el denominador común la senda del camino o el curso del agua, en su cauce por acequias o riachuelos.

Muestra una obra donde predomina un sosiego melancólico, vacío de moradores, sometido al peso gris de los instantes perezosos, casi sin movimiento, permanencia perenne donde nunca pasa nada, sólo la brisa, el cambio de las estaciones, en un silencio denso, expuesto todo al dominio de la mirada.

Ana Sánchez Lucas propone un trabajo plástico de gran gusto compositivo, realizado con fuerza impresa, la cual se esconde en el trazo suave que anega el dibujo esquemático, que soporta toda la composición. Es un efecto que transmite una impronta de gravidez, la cual se deshace en la atmósfera celeste que lo ocupa todo. Se expone el paisaje sólo al observador, para que este introduzca sus pensamientos, recuerdos, aventuras, en un dialogo íntimo con el cuadro. Esta peculiaridad da cuerpo, y carácter, a las piezas elaboradas por esta pintora. Su obra atrae la atención en su visualización, comunicando la esencia de la imagen aprehendida en la composición.

Constituye además un proceso de búsqueda, en el que la artista reproduce sin cesar escenas y campos, casas y caminos, cursos de agua que rompen la aridez del paisaje, bajo una luz apagada, monótona, plomiza, que pierde su protagonismo al fundirse con el paisaje, síntesis traspuesta en cada pieza. Ana Sánchez Lucas escudriña la esencia de los espacios abiertos del sudeste peninsular, siempre sometidos a vientos y sequías, geografía descarnada presa de las inclemencias del tiempo, mas ella encuentra un halo de poesía en su contemplación, de misterio encerrado en su diafanidad, en la amplitud de su desolación. Es el yo que se encuentra sin distracción alguna, solamente en contacto con las memorias del tiempo, mostradas en las casa abandonadas, en las calles de pueblos solitarios, en caminos apenas transitados, en el contacto íntimo con la Naturaleza.

Expresa esta pintora un trabajo de perfecto equilibrio visual, libre de elementos innecesarios, en el cual sus pinceladas se convierten en lenguaje sensitivo, rico y amplio, consiguiendo comunicar el ritmo vibrante que inunda el ambiente de la soledad espesa, estructurado con una lírica sencilla, susurrante, monótona, reproduciendo los sonidos del silencio. Es un viaje en el cual incita a la exploración de la estampa recogida en el cuadro, trastocado al final en un encuentro consigo mismo.

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios