Este artículo iba a empezar dividiendo a los palmeros entre (algunos) periodistas y (algunos) aficionados, aunque realmente los primeros se englobarían dentro del segundo grupo, puesto que se trata de verdaderos hinchas, algunos porque no quieren ver reducidos sus ingresos en caso de que el equipo descienda de categoría y otros porque ni han pasado por la facultad ni ejercen un periodismo serio, sino algo más propio de una tertulia de bar. "¿El Caso Bárcenas? Seguro que le jugaron una mala pasada", argumenta algún votante del PP. "Los ERE de Andalucía ya son pasado", dice otro afín al PSOE. "¿Irregularidades en las Primarias de Castilla-La Mancha? De 300 votaciones puede haber si acaso una irregular", se justifica el tipo que defiende a capa y espada a Ciudadanos. "No es verdad que diputados y concejales hayan agredido a diferentes miembros de los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado", rehúye ese de Podemos.Y es así como, en vez de aceptar los errores, numerosos individuos se ponen la venda en los ojos para negar lo innegable. Lo mismo ocurre con muchos seguidores de los equipos de fútbol. Es de suponer que ocurrirá en todos los clubs de fútbol, pero lo que se vivió el pasado domingo en el Estadio de los Juegos Mediterráneos fue bochornoso. Hay que respetar a aquel que sólo quiere ver lo positivo, escondiendo la basura debajo del felpudo. Cuando no pocos fueron a recriminar la gestión de los últimos años de Alfonso (la no renovación de FF, el último despropósito) otros, tampoco no pocos, mandando callar a los primeros, con varios momentos de tensión. Aquel padre que no reprende a su vástago aunque éste haya vacilado al profesor o entrenador de turno le está haciendo un pequeño favor al niño o joven. El problema es mayor cuando se mezclan sentimientos con tratos de favor. Hay quienes venden su dignidad por un sueldo, una entrada o unas tapas (también hay quienes critican sin ánimo constructivo)...

MÁS ARTÍCULOS DE OPINIÓN Ir a la sección Opinión »

Comentar

0 Comentarios

    Más comentarios