Pesadilla anunciada

El juego del Fuenla se focalizó en fingir, exagerar, protestar y minar al rival

Comentaba la pasada semana la visita al lodo que se avecinaba para el conjunto de Rubi con un nuevo enfrentamiento ante Iban Salvador y cía. No defraudó. De hecho, nunca lo hace. Un show orquestado por Oltra, que posteriormente se da el lujo de defender a tal personaje definiéndolo con el calificativo de «noble». Una nobleza que brilló por su ausencia en el Fernando Torres, en un espectáculo dantesco y que poco tiene que envidiar a una película casera producida por dos compañeros de instituto de Dakota. Una pieza mala, con un guion previsible y con toques de comedia sin gracia ninguna. Animadversión absoluta a un personaje cuyos valores se alejan de todo lo que defiende la pureza del fútbol: compañerismo, juego limpio y caballerosidad. Cualquiera que viera el encuentro pudo comprobar de primera mano el juego del Fuenlabrada. Todo focalizado en fingir, exagerar, protestar y minar anímicamente a rivales, árbitros y aficionados. No solo Iban Salvador, sino otros actores secundarios como Zozulya o M'Bia. Pero todo se centra en el jugador catalán, porque es feliz en el barro, en la polémica. Se crece en la crítica y es conocedor de todo lo que provoca. Una tendencia que no solo ha sufrido el Almería, sino que es algo generalizado en una categoría que espera cada fin de semana a que este equipo no vuelva a las andadas, aunque siempre cumple con su misión. A los allí presentes nos despidió con un saludo, respondido con palabras de cariño y aprecio desde el graderío. En esta incursión a campo enemigo, volviendo a batallar, el Almería rescató un punto. Una recompensa insuficiente viendo el recorrido de los rojiblancos, pero meritoria viendo las circunstancias. El deseo personal solo puede ser no volver más a cruzarnos con este equipo. Poder tachar este partido como visitante del calendario y ver al Fuenlabrada en distinta división. No por esperado acabas menos jodido. Pesadilla de un artículo anunciado.

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