Ya conoce el dulzor de la victoria este Almería. Costó, pero llegó. Lo hizo en un momento importante, que evidencia que la plantilla va dando pasos adelante. Eso, en un contexto como el inicial transmite buenas sensaciones pese a estar en los albores del curso. No obstante, solo debe ser el punto de partido para crecer. Una inyección de autoestima trascendental tras vencer en apenas cinco días a dos de los buques insignia de Segunda. Dos conjuntos que parecen obligados a pelear hasta el final por hacer el camino inverso que recorrieron en su día. También se observa progreso en Fran Fernández, que adapta su libreto a los rigores de la categoría. El almeriense va tocando mejor cada vez las piezas y sus cambios ya le dieron brío al encuentro el domingo. Los tres puntos frente al Zaragoza parecen buena moraleja del potencial de este equipo. Necesita rendir a un nivel alto para tener opciones de ganar el partido. En cualquier relajación ve como los rivales le castigan. La sensación es que hay mimbres para poder tener a cuatro clubes por debajo en mayo, pero que el conjunto rojiblanco deberá ofrecer una versión cercana a su techo. La percepción, pese a ello, es que el fondo de armario del que dispone el entrenador es más amplio de lo que parecía en un principio. Aparecen 14/15 jugadores que pueden acumular méritos para colarse entre los elegidos. De ellos debe definir Fran Fernández un esqueleto que se va dibujando con el paso de las jornadas. Que debe ser fijo, añadiéndole complementos por estados de confianza o forma. Creo que este Almería fideliza más que los anteriores. Antes había evidencias tangibles de que había talento para más, que el tope estaba lejos. Aquí el límite parece más bajo, pero la entrega más alta. Un equipo que lo deja todo en el césped, pero que tiene carisma y provoca identificación. Se sufrirá, seguro, pero de diferente manera.