Planificación en salud

Los fondos europeos supondrán un salto cualitativo en las mejoras a realizar

Los tiempos actuales apuntan en la dirección de asistir a importantes modificaciones en el modo de organizar los servicios sanitarios, la gestión de los equipos de trabajo, las formas de relacionarse con los pacientes y la sociedad o los procedimientos de evaluación de las intervenciones y de las nuevas terapias, entre otras.

En todas esas áreas y con mayor o menor intensidad, asistimos ya a numerosos cambios que apuntan en el sentido de asegurar una atención sanitaria más efectiva y más eficiente en beneficio de los pacientes y de la sociedad. Y una de las bases de estas transformaciones la constituye el disponer de nuevas y potentes capacidades por la digitalización que es algo que comienza a ser una constante creciente en nuestra vida cotidiana.

Pero, no obstante, conviene ser conscientes de que las enormes potencialidades que nos ofrecen estas modificaciones en los procesos organizativos y en los procesos asistenciales serán mucho más efectivos bajo liderazgos solventes y preparados. Y es que si siempre es importante disponer de capacidad y visión estratégica, más aún lo es en este momento histórico en el que estamos situados. Y es que la cuestión central hoy es asegurar una adecuada capacidad de planificación estratégica en el conjunto del sistema sanitario para asegurar un aprovechamiento equitativo y eficiente de los cambios que la digitalización y la innovación terapéutica y diagnóstica aporta ya (y seguirá aportando), a la práctica clínica y a la salud pública.

Es por eso que conviene invertir en acciones de formación y capacitación que permitan fortalecer las estructuras de dirección y planificación tanto en los niveles centrales, como periféricos del sistema sanitario. Incluir aquí a los líderes profesionales de los servicios es algo de enorme importancia.

Esto es así porque disponemos de ingentes recursos procedentes de los fondos europeos que muy probablemente supongan un importante salto cualitativo en la mejora de la efectividad y la eficiencia de nuestros servicios sanitarios. De ello va a surgir con toda probabilidad una nueva organización y unas nuevas capacidades para la mejora de la salud en la población.

Y sería oportuno aprovechar la enorme capacidad de inteligencia colectiva de la que disponemos en nuestro sistema sanitario tras los más de cuarenta años de experiencia reciente en la definición y desarrollo del Sistema Nacional de Salud que, hoy, requiere algunos cambios para aprovechar el potencial de mejora que está a nuestro alcance.

Fortalecer las agencias reguladoras y de evaluación de tecnologías sanitarias, mejorar la capacidad de dirección estratégica de los equipos directivos de Ministerio y Consejerías si olvidad a los líderes clínicos y profesionales, debería ser una línea a seguir en el próximo futuro.

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