Análisis

Rafael leopoldo aguilera

Pura López Cortés, el verbo lo hacía literatura

Ha fallecido una de las escritoras y poetisas con mayor futuro en la literatura almeriense, Pura López Cortés. Este Diario de Almería, siempre atento a todos los avatares culturales de la provincia de Almería, dio debida cuenta con apesadumbramiento y pesar, del fallecimiento de esta mujer de las Letras almerienses con sentires indalianos. Pura López con la que tuve varias conversaciones cuando estuve dirigiendo el Instituto de Estudios Almerienses, y que todo en ella era de una exquisita dulzura, palabras que con un silencioso eco, brotaban de su elevado estadio cognitivo y emocional, dando lugar a conversaciones o deliberaciones con una inmensa paz. Recuerdo que comentó su interés en investigar sobre otro escrito almeriense, Paco Aquino, y que cuando estuviese la obra terminada la presentaría al IEA para ver la posibilidad de su publicación. Anteriormente la conocí como maestra y profesora en la Colegio Nuestra Señora del Milagro en la plaza Virgen del Mar, porque allí, estudiaron mis dos hijas, y la materia académica impartida, hacía que sus alumnos y alumnas amaran con el corazón todas aquellas palabras que los grandes escritores y poetas españoles e hispanos han aportado a la internacional Poética. Era una mujer entregada en cuerpo y alma a la docencia, a transmitir mediante el don de la palabra y el carisma, el amor por la Lengua, la Retórica, la Gramática, la Filología, la Literatura, en unos momentos, en el que las Ciencias comenzaron a arrinconar las más finas sensibilidades del erudito arte del conocimiento de las Letras.Vivía en casco histórico y ese entorno también le hizo mella cognitiva en ella, al encontrarse entre vericuetas calles mozárabes y moriscas un sentido universal de equilibrio y armonía del verbo en la sociabilidad y la socialización del ser humano. Dirigió académicamente el Ateneo de Almería, activa miembro del Instituto de Estudios Almerienses, y de la Asociación de Críticos Literarios, publicó en ese entorno sin igual de casco histórico, entre los sonidos de campanadas monacales de conventos de clausura e idas y venidas de clérigos revestidos de canónigos y beneficiados, una doce de poemarios, entre ellos, Para vencer la sombra (Editorial Torremozas, 1986), Versos de asfalto (Editorial Devenir, 1996) y A la orilla del viento (Editorial Jirones de Azul, 2008); y su participación en antologías y obras colectivas, como Mujer y poesía (Editorial Ánfora Nova, 2000), Poesía y conflicto (Fundación Juan Ramón Jiménez, 2001) y Los poetas cantan al olivo (Fundación Lara, 2007). Su forma de ser humilde, sencilla, silenciosamente callada, siempre en atenta escucha, una poeta hacia adentro de su ser, pudo ser el máximo hándicap para que no obtuviese más distinciones en su extensa e intensa obra literaria: primer premio juvenil Poesía Ciudad de almería, 1972; finalista Premio Encina en La Cañada, 1992; primer Premio Poesía Victoria Kent, 2003; y segundo Premio de poesía Antonia Guerrero 2007. El 16 de septiembre de 2016, creo que escribió públicamente en redes sociales su último poema: A la vera de la mar /vestidas todas de blanco /como figuras de sal / paseando por la orilla /dos bellas jóvenes van /con sombreros y sombrillas /El sol rumbo de occidente/brilla dorada la arena /azul tarde de septiembre /a la vera de la mar. Recordémosla con el adagio latino:Requiem aeternam dona ei Domine. Et lux perpetua luceat ei.

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