Escasos meses faltan para que el fútbol español complete su ansiada reestructuración una vez que semanas atrás se inició la segunda fase en Segunda B. Una reestructuración con la que pasarán a ser cinco las categorías nacionales frente a las cuatro actuales. Una reorganización a la que le faltan todavía algunos detalles por pulir, a pesar de estar a la vuelta de la esquina como aquel que dice. Si el número de equipos que participarán en la nueva categoría era conocido de antemano, no fue hasta ayer cuando se vieron nuevos visos como el sistema de ascensos y descensos durante la reunión que mantuvo Rubiales con algunos de los clubes clasificados para la nueva categoría. Una reunión en la que se trataron algunos criterios económicos o la posibilidad de limitar la presencia de filiales a medio-largo plazo. Una limitación esta última que a ojos de este periodista sería una forma de desvirtuar la competición, desoyendo criterios meramente deportivos. Un contexto que quizá debería haberse conocido antes de que arrancara la presente temporada allá por el ahora lejano mes de octubre. Una reestructuración que, igual que puede suponer una profesionalización del fútbol español, también puede dejar en serios aprietos a importantes clubes del panorama nacional. Un curso en el que descender supone perder dos categorías y ascender, salvo que lo hagas a LaLiga SmartBank, mantener la categoría. Una situación con la que para algunos clubes será más complicado aún, por si ya no era suficiente, ingresar en el actual fútbol profesional español. Así, no han sido pocos los clubes que se lo han jugado al todo o nada en la presente campaña, sabedores de las nuevas complicaciones con las que contarían de no meterse en la nueva categoría. La reestructuración es definitiva, ya no hay vuelta atrás.

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