Análisis

Maribel García Sánchez

Refugios para la vida

La Guerra Civil Española fue difícil para Almería, que aunque no fue frente de batalla, aún en la retaguardia sufrió serios bombardeos durante la contienda, que hicieron sucumbir el pánico entre la población, dejando muchas víctimas de 1936 a 1939 que siempre permanecerán en la memoria de todos, y una ciudad semiderruida.

Ante una ciudad insegura donde el peligro acechaba a sus habitantes, las autoridades municipales tomaron conciencia del grave problema y encargaron la construcción de unos Refugios al arquitecto municipal Guillermo Langle Rubio, que diseñó una red de Refugios antibombardeos por toda la ciudad para poner a salvo la vida de miles de personas. Era una construcción subterránea de gran envergadura, con 4,5 kilómetros de galerías a 9 metros de profundidad y 67 bocas de accesos, capaces de albergar a casi 35.000 personas de las más de 45.000 que habitaban la ciudad. De esa extensa red en el 2006, se rehabilitó casi 1 kilómetro que discurre por el actual Paseo de Almería.

Ante el peligro inminente de los bombardeos, sonaban las sirenas para dar aviso de bajar a los Refugios. En la galería recuperada, miles de personas se introducían a través de las bocas de acceso, como la rehabilitada en la Plaza Manuel Pérez García y a través de unas escaleras llegaban a los túneles. Las personas bajaban despavoridas y se producían caídas y hasta aplastamiento entre ellas mismas, pero al llegar a las galerías, ya al menos había un hilo de esperanza porque la profundidad les daba seguridad. La estructura del propio Refugio, les obligaba al menos a mantener un orden mientras recorrían los pasadizos. A su paso se encontraban con varios tramos de pasillos estrechos de 1,3 metros de ancho que no tenían bancos, otros pasillos con 1,7 metros con bancos a un lado, y andando cada vez más esperanzados llegaban al tramo más extenso, de 2 metros de ancho que discurre por el Paseo de Almería con bancos a ambos lados. Allí sentados o de pie, esperaban con temor y resignación que pasara el bombardeo, cuando sonaba la sirena de la tranquilidad para salir sin peligro, la bombona de oxigeno de su cuerpo era inmensa y les llenaba de vida de nuevo.

El Refugio rehabilitado para mayor seguridad, tiene unos salientes en toda su extensión a modo de contrafuertes para servir de freno a la onda expansiva en caso de lanzarse alguna bomba. Esta estructura subterránea disponía de tubos de ventilación para dar aire a tanta gente allí agolpada. Se iluminaba con dos hilos de cobre con aisladores cerámicos blancos y bombillas incandescentes protegidas por rejillas metálicas, aunque las luces se apagaban cuando el bombardeo estaba muy cerca para no haber ninguna señal, y muchas personas por tal de salvar sus vidas entraban a oscuras a veces iluminadas por un simple candil.

La gran obra del Refugio es el Hospital- Quirófano. Si toda la galería estaba construida de hormigón armado en paredes, bancos y suelo de tierra, por higiene, esta zona tenía bancos corridos de losa hidráulica para sentarse, pared con estuco y suelos de mármol. La propia zona del quirófano revestida de azulejos estaba muy diferenciada con camillas a ambos lados y la zona de intervención quirúrgica dotada de todo tipo de material. Además disponía de agua corriente y si se iba la luz, había una habitación cercana donde se podía instalar un grupo electrógeno. ¿Cuántos ataques de pánico y cuantas personas heridas por aplastamiento no llegaron a necesitar atención sanitaria? Los Refugios fueron la única esperanza de vida de muchos almerienses. Estarían confinados, llenos de angustia, se podrían hasta escuchar gritos desgarradores, pero la batalla de la vida, la vencían allí dentro.

Por eso desde mi ventana con melancolía y cierta tristeza pienso que nuestra salvación en estos momentos es quedarnos en nuestras casas, como hace muchos lo fueron Los Refugios. Ahora nuestras casas son nuestro Refugio y el lugar más seguro para ganar la batalla a esta Pandemia Mundial.

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