Al empezar a escribir esta nota siento el desánimo de su inutilidad y, al mismo tiempo, el compromiso de decir lo que pienso sobre la desfachatez del Gobierno que tenemos.

Ayer, 26 de septiembre de 2020, un millón es la cuenta de los muertos en el mundo a causa de la pandemia mundial por coronavirus.

La realidad de España en esta hora es el miedo al contagio, el dolor por los fallecimientos, la desesperación de los trabajadores en paro, de los empresarios arruinados, la ansiedad que provoca a diario miles de intentos de suicidio -quince se producen, y se ocultan, cada día-.

Y ante este panorama la urgencia del Presidente es vetar al Rey en un acto institucional del mayor nivel, y otorgar la razón con su silencio cómplice, a los ataques furibundos del Vicepresidente y su apéndice Garzón, empeñados en usar el pretexto de una llamada telefónica de Felipe VI al Presidente del Consejo General del Poder Judicial en la que le agradeció que lamentara su ausencia y le dijo que le hubiera gustado asistir.

Es decir, a los ciudadanos nos consume el miedo a morir y la dificultad de supervivir, y ellos están en su caza mayor; en su guerra inaplazable contra la Monarquía y su firme determinación de que el Partido Popular no se siente nunca más en los bancos azules del Congreso de los Diputados.

Honestamente creo que lo que, como español, me toca decir hoy, con moderación pero con contundente claridad, es "yo, con el Rey Felipe".