Se puso el Almería en manos de Rubi con un objetivo entre manos: ascender a primera. Y en el primer partido ante el Oviedo dio la impresión de que nada había cambiado, misma estructura que con José Gomes, mismos jugadores que con Gomes y misma nula capacidad para ser un equipo sólido y fiable que con el técnico portugués. Siempre hemos alabado la gran plantilla del conjunto rojiblanco. Aunque haya jugadores que no hayan tenido la continuidad necesaria, se le atisba calidad a raudales. Pero es cierto que había ya varios jugadores con el rol de suplente asumido, quizá no por su esfuerzo, pero sí a los ojos del anterior técnico. Siempre que llega un nuevo entrenador espolea a todos los jugadores de la plantilla y hay en torno a tres o cuatro semanas que la intensidad de los entrenamientos aumenta, suele haber varios jugadores que cambian de rol y elevan el nivel. Como digo suele duran menos de un mes ese efecto, pero es producente. Quizá la única consecuencia positiva a la hora de cambiar a un entrenador cuando estás a falta de pocos partidos para jugar un play off. Nada nos sorprende a estas alturas en cuanto a cambios de entrenador a orillas del Mediterráneo. Rubi no tiene tiempo de preparar su idea de juego. Primero porque para realizar eso con buenas credenciales debería de comenzar de cero en pretemporada y segundo porque no hay tiempo efectivo para llevarlo a cabo. Es por eso que el técnico catalán se centrará en ensamblar lo que estaba funcionando e incidir en cambiar dos o tres aspectos del juego que no le hayan gustado, cuando haya visionado partidos y partidos de la UDA en esta temporada. Tiene la misión de desatascar su juego, que solo a chispazos es capaz de deslumbrar como a la calidad de la plantilla se le presupone. La victoria en Tenerife sirve de mucho. Primero para esquivar una racha imposible de equiparar a luchar por el ascenso y después para ver reflejada, en esa voltereta en la celebración de gol de Ramazani, esa bofetada de realidad para un equipo que tiene todos los condicionantes para creer en que puede lograr el objetivo y dependerá de si es capaz de ser regular.

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