Análisis

alejandro morales

Rubiales reconquistó mi corazón

Tengo que reconocer que lo de Lopetegui pocos días antes del Mundial de Rusia me hizo perder la fe en Rubiales, al poco de que hubiera llegado para, en teoría, poner cordura en una casa que llevaba demasiados años sin norte, por obra y gracia de aquella inclasificable figura de Ángel Villar. El motrileño me valía, aunque en realidad yo diría que como aficionado al fútbol de toda la vida (y toda mi vida había visto a Villar en la poltrona federativa), me hubieran valido hasta mi abuela Pilar o mi sobrino Hernán. No entendí aquella destitución a todas luces contraproducente para las aspiraciones de España en el Campeonato del Mundo -como se terminaría demostrando-, igual que tampoco me gustaba, ni me gusta, la forma de afrontar la interlocución con la LFP del ínclito personaje Tebas. Que ya sé que Liga y Federación nunca se van a llevar bien, pero es que lo de estos dos más parece un capítulo de La que se avecina que lo que realmente es: la relación de los jefes de las dos entidades que hacen y deshacen en un ámbito que es tan serio para tantos millones de españoles. ¿O todavía ponemos en duda que el fútbol es la cosa más importante de las cosas menos importantes?

Sin embargo, y pese a estas cuitas superables, hubo algo que hizo el presidente de la Federación, junto a su equipo, que reconquistó mi corazón creo que para siempre. Recuerdo mirar con envidia la competición copera en países como Inglaterra. Había equipos de Tercera capaces de plantarse en las rondas altas o incluso en Wembley, mientras en España, y salvo excepciones épicas como Numancias o Alcorcones, ningún modesto tenía la mínima opción de hacer gestas con rondas a doble partido y con los grandes apareciendo muy al final de la competición. Jugar en el Bernabéu era muy chulo para cualquier equipo pequeño, sí, pero es que ahora, y gracias a la reestructuración que hizo Rubiales de la Copa, lo verdaderamente chulo es poder eliminar al equipo que juega en el Bernabéu. Ayer empezó la Copa 21/22. Disfrutémosla, porque lo merecemos.

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