Análisis

Antonio Galindo

El eco de Ruiz Zafón palpita en su Barcelona gótica

“El Cementerio de los Libros Olvidados es la puerta de entrada al universo de Ruiz Zafón, que tiene en la ciudad de vapor un digno epitafio a su obra”

Carlos Ruiz Zafón (Barcelona, 1964-Los Ángeles, 2020) pasará a la historia como uno de los escritores más leídos y valorados en el mundo de la literatura hispanoamericana. Su obra trasciende de la simple lectura de una novela para transformarse en un ejercicio de continuo asombro ante la capacidad narrativa, la belleza poética y las sugerencias veladas que se encierran entre sus páginas. Los primeros párrafos de La sombra del viento creo que ya forman parte de la Historia de la literatura española: Todavía recuerdo aquel amanecer en que mi padre me llevó por primera vez a visitar el Cementerio de los Libros Olvidados. Desgranaban los primeros días del verano de 1945 y caminábamos por las calles de una Barcelona atrapada bajo cielos de ceniza y un sol de vapor que se derramaba sobre la Rambla de Santa Mónica en una guirnalda de cobre líquido.

-Daniel, lo que vas a ver hoy no se lo puedes contar a nadie -advirtió mi padre.. Ni a tu amigo Tomás. A nadie.

Ese sol de vapor enamoró a millones de lectores de todo el mundo que junto con sus alados dragones y los intrincados callejones de la Barcelona gótica forman ya parte del imaginario colectivo de sus millones de seguidores.

La obra de Ruiz Zafón se estructura básicamente en torno a dos sagas: la Trilogía de La niebla y la tetralogía El cementerio de los libros olvidados. La primera estuvo dirigida hacia el público juvenil: El príncipe de la niebla (1993), con la que ganó el Premio Edebé, El palacio de medianoche (1994) y Las luces de septiembre (1995). Pero fue La sombra del viento (2001) quien le encumbró en la más alta cima de la literatura española, con más de 10 millones de ejemplares vendidos en todo el mundo, siendo considerado por los más prestigiosos críticos de todo el mundo como un nuevo clásico contemporáneo, a la altura de Umberto Eco, Borges o García Márquez. Posteriormente publicó El juego del ángel (2008), El prisionero del cielo (2011) y El laberinto de los espíritus (2016). Decenas de premios y reconocimientos nacionales e internacionales han ido jalonando su corto devenir, truncado prematuramente por su fallecimiento en 2020. Pero al margen de cualquier consideración, el gran legado de Ruiz Zafón y su Cementerio de los libros olvidados es sin duda el haberse convertido en un símbolo universal de la defensa de la lectura. “Cada libro, cada tomo que ves, tiene alma. El alma de quien lo escribió, y el alma de quienes lo leyeron y vivieron y soñaron con él.” “Cada vez que un libro cambia de manos, cada vez que alguien desliza la mirada por su página, su espíritu crece y se hace fuerte.”

Y es este amor por los libros quien se vuelve en el verdadero protagonista de La ciudad de vapor (Planeta, 2020), un conjunto de cuentos narrados con su ya consabida maestría donde diferentes personajes se van alternando describiendo sus propias historias: Un niño surgido de un cuento de princesas y brujos; una muchacha que entre gárgolas entrega su alma; un fotógrafo que trafica con su hija; un constructor de laberintos con la sangre del último dragón; o la historia donde Cervantes muere y con una lágrima de su tumba se empieza a construir El cementerio de los libros olvidados…

Cuentos, algunos ya publicados, que siguen dejando un aroma a Ruiz Zafón entre sus páginas, siendo sus propias frases el mejor homenaje para uno de los mejores hacedores de palabras. “Cuando la penumbra se hizo sólida, los pliegues del telón escarlata se deslizaron lentamente. La figura de un ángel exterminador, suspendida de hilos plateados, descendía a escena batiendo alas negras entre soplos de vapor azul” (Hombres de gris). “Llegamos a Nueva York al atardecer. Una niebla malévola reptaba entre las torres de Manhattan, la metrópoli perdida en fuga bajo un cielo púrpura de tormenta y azufre” (Gaudí en Manhattan).

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