Análisis

gonzalo alcoba Gutiérrrez

Solo que marla no volverá

Solo que Marla no volverá, la segunda novela de Béla Braun ( México DF, 1977) es uno de esos libros que impregnan la conciencia, la fuerzan, la violentan; una de esas obras que el lector agarra con curiosidad y sigue con avidez, para no lograr jamás desembarazarse de ella. Braun logra servirse con inteligencia de los instrumentos propios del género noir y construye un ambiente opresivo en el que resultan aniquilados los parámetros éticos aprehendidos y el juicio moral se despoja de todo ornamento, de toda menudencia.

La obra presenta un México fallido y sucio a través de un texto desbocado, pensado para escocer en las heridas del país y en sus fracasos. Pero es también un acto de agresión contra la indiferencia hacia el oprobioso turismo sexual, una denuncia airada y sin contenciones contra la esclavitud machista.

Su protagonista, un mediocre jugador de carambola obsesionado por el sexo, se topa súbitamente con el amor inesperado por una adolescente de la que no sabe nada, salvo su nombre ficticio. Cuando la chica es desaparecida y destinada a la prostitución, este advenedizo paladín se lanza a una aventura salvaje para hallarla. La historia, inclemente, descriptiva, muestra aires de aventura quijotesca. La dignidad y la esperanza parecen atisbarse tímidamente bajo la tierra, aunque asociadas a la irreflexión de su héroe, un paria enamorado persiguiendo el sueño de su Dulcinea, cautiva de la corrupción y la pederastia.

Solo que Marla no volverá está escrita en un idioma crudo y violento, en que el juego de carambola, sobrio, matemático, descrito con prolijidad técnica, constituye el único contraste frente al mezquino desorden de un país podrido y feroz. Es el único asidero a la razón de un personaje, el narrador, incapaz de controlar el impulso atávico hacia la instrumentalización sexual del cuerpo femenino; pero, al mismo tiempo, entregado a un amor idealizado, que logra latir, rodeado de dolor y pestilencia.

El sexo explícito, que a veces parece superfluo, termina siendo un recurso insustituible, a través del cual Braun muestra las contradicciones que anidan en la sociedad permisiva y ciega, usuaria del producto ponzoñoso que el mal engendra. Ésta es, sin duda, una de esas novelas negras que cuenta mucho más que un crimen.

*Juez

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