Análisis

nico garcía

Sueños

Tal fue el cabreo de no poder ir al España-San Marino en Almería para el Mundial 2006 que no lo vi ni por televisión

Pocos títulos hay mejores que el de la obra de teatro de Calderón de La Barca. La vida es sueño. Tengo dos rincones en mi cuarto con dibujos de niños a los que he entrenado o dado clase. Sin embargo, el último lo puse justo encima del cabecero de la cama. Con unas palabras de agradecimiento y más de una veintena de estrellas que no sé aún qué significan, en el dibujo aparece una jugada en la que Samu y Hugo meten un gol. Lo puse en ese sitio para seguir soñando con meter ese tanto. Me consta que no soy el único periodista y futbolista frustrado, por lo que la noche te da esa oportunidad de que tú seas el protagonista en el encuentro, copiando las jugadas imposibles del dibujo y anotando el gol. Eso sí, a veces el despertador suena justo antes de que la redonda toque las mallas. En otras ocasiones los sueños viran hacia ese amor imposible de tu vida, posible en su momento y al que ya sólo queda conformarse con saborear sus labios mientras los ojos están cerrados. Empero, otras veces la vida sí que es sueño con los párpados bien abiertos. No fue el caso de ese 8 de febrero de 2005 en el que mi padre y el de Gustavo fueron a sacar sin éxito entradas para el España-San Marino, clasificatorio para el Mundial de 2006. Tal fue el cabreo que no lo vi ni por televisión. Siete años después tuve la suerte de cubrir un encuentro de la selección, meses antes de que Casillas, Iniesta, Ramos, Xavi y compañía cuadrasen el círculo en Kiev. Decía Andrés Montés, que en paz descanse, que la vida puede ser maravillosa. El fatídico pasado mes de noviembre, después de que la FIFA no nos diese entradas para Rusia en la fase de sorteo, pillamos por la ley del más rápido. Sin embargo, casualidades de la vida, numerosas tarjetas de crédito daban error, por lo que las entradas fueron a parar a otros. Tocaba esperar a la siguiente fase de venta. El nuevo sorteo se medio portó asignándonos las de octavos y las de la final (en caso de que llegue España). Días después, con la ley del más rápido, rematamos la faena. El objetivo de este artículo no es dar envidia, sino verificar que a veces los sueños se cumplen, cuando escuchemos mañana el himno de España en el Kazán Arena. El siguiente, hacerlo el próximo 15 de julio en Moscú. ¿Por qué no soñar?

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