Elya ha empezado. Y no imaginan la de consultas que recibimos sobre lo que se puede y no se puede hacer, si habrá música en las terrazas, si hay que ponerse la mascarilla en la playa, cuánta gente puede haber reunida en una plaza… Y es normal navegar en ese mar de dudas después del tiempo que llevamos entre confinamientos, toques de queda y restricciones que, en definitiva, nos hacen enfrentarnos a la nueva normalidad hasta con cierto miedo.

Ante una situación como ésta un ayuntamiento tiene unos medios específicos y concretos, y estoy segura de que como nosotros, todos los demás, absolutamente todos, los vamos a poner a disposición de vecinos y de quienes vengan de fuera, para que el verano pase de modo satisfactorio para todos. Ahora bien, el resto es sentido común de cada uno de nosotros.

Que la quinta ola sea sólo de mar, y la veamos relajados en la playa, fresquitos y disfrutando de la terraza de un chiringuito únicamente depende de que cada uno sea capaz de gestionar su propio entorno. No hace falta que nadie venga a prohibir o imponer, sólo tomar decisiones individuales de tal manera que primero nos protejan a nosotros mismos y, de paso, enseñen a los demás. Demos indicaciones sutiles de cuál debe ser el comportamiento socialmente aceptado por la mayoría. Y ojo, siempre habrá cafres, pero esos los hay en el día a día, y en cualquier calle o plaza. Y en la política unos cuantos.

Pero vamos a poner ejemplos como guías. Si una terraza pone música o ofrece a sus clientes espectáculo en directo y no se puede, pues lógicamente tendrá problemas si provoca una aglomeración de gente de tal magnitud que cabreé a esos otros vecinos que sí estén controlando el aforo de su establecimiento.

Pero lo crean o no, nuestros mejores aliados en esta batalla son los hosteleros y hasta los comerciantes, porque son ellos mismos los que pueden poner freno a masificaciones ya que, sencillamente, al final son los primeros perjudicados cuando se toman medidas restrictivas.

Quiero decir con esto que la mejor vacuna contra una posible nueva ola de Covid, cuando ya estamos muy cerca del 70% de inmunidad, es el sentido común, el trabajo colectivo por un entorno seguro y, por qué no, plantar cara a esos cafres que niegan o minimizan los posibles riesgos.

Los ayuntamientos estamos para actuar. El que yo represento, Níjar, actuará en aquellos casos en que sea necesario, pero lo que realmente esperamos es que no sea preciso tomar medidas por el mero hecho de que todos entiendan que defender la libertad que hemos recuperado no es una cuestión de decretos, órdenes o publicaciones en los boletines oficiales. Es sencillamente un trabajo colectivo en nuestro propio beneficio.

El verano de 2021 va a ser de récord. En Mallorca hemos tenido una clara advertencia de lo que puede pasar si no somos capaces de sopesar los riesgos de estas oportunidades excepcionales que se nos van a dar durante los próximos meses, y la única receta para evitar cierres, restricciones de aforo, de horarios o de poder pasear sin mascarillas, es sencillamente el sentido común.

El resto es disfrutar del verano y surfear la quinta ola, pero esta vez desde el mar.

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