Se plantea la cuestión de si reformas y contrarreformas laborales son significativas, y para responderla es imprescindible el artículo de Beatriz Benítez-Aurioles -una de nuestras más brillantes economistas- en la Revista Internacional de Política Económica. Tres ideas sacamos de él; una, que sin duda la regulación del trabajo importa, pues afecta al salario, las condiciones de trabajo, contratación y despido. Dos, que el empleo depende además de estímulos fiscales y monetarios al consumo, la inversión, el crédito, y la formación. Y tres, que las peculiaridades cuentan, como ocurrió en España con la reforma laboral vigente donde se dio, como explica el FMI, que las reformas laborales que facilitan los despidos y ajuste de plantillas elevan la relación entre el paro y el producto, de manera que, aunque este crezca, no se reduce tanto el paro. Por otra parte, no está claro si en España hay una cultura secular de contratación temporal, o si esto viene del temor a no poder ajustarse rápidamente a una crisis. Sea como sea, es llamativo que las empresas renueven los ERTE, y falte mano de obra, y es que el mercado de trabajo se ajusta muy poco a explicaciones simples de oferta y demanda, y medidas como prejubilar, reducir la jornada laboral, o más años de escolarización tampoco llevan a una reducción del desempleo.

La legislación laboral en España es igual en cualquier parte del territorio, pero con una misma normativa hay diferencias muy grandes. Málaga ciudad, por ejemplo, tiene un 21,6% de paro, frente a otras como Barcelona, San Sebastián, Palma, Zaragoza, Bilbao, o Valladolid, con 7,8%, 8,2%, 10,8%, 11,2% ,13,6%, y 13,9%, o incluso Valencia 16,3%. Es -sin contar las otras andaluzas- la cuarta capital con más paro de España, y debe suceder algo localmente para que en una ciudad tan vibrante no se den las condiciones empresariales para crear empleo y el derecho del trabajador, tal como establece el artículo 35 de nuestra Constitución, de: "promoción a través del trabajo y a una remuneración suficiente para satisfacer sus necesidades y las de su familia".

El problema con la pasión es un libro de Erim A. Cech de la Universidad de California, donde analiza las decisiones a la hora de estudiar y trabajar. Seguir el impulso de lo que a uno le gusta, la pasión, frente a la seguridad o lo que puede dar más ingresos, es una recomendación frecuente a los jóvenes, pero -dice la autora-, puede ser un consejo envenenado por dos razones. Una, que se paga poco a personas que supuestamente trabajan por vocación, como ocurre en la cultura, o ciencias, y aceptan trabajos temporales y precarios en la ilusión y esperanza de acceder a una posición estable. Otra, que la elección de estudios y carreras con frecuencia no se adecúa a las capacidades e interés personal, y es un coste en tiempo y dinero que lleva a frustraciones en el mercado de trabajo. También encuentra Erim Cech que seguir la pasión de lo que a uno le gusta, incluido el emprendimiento, tiene más posibilidad de éxito si se cuenta con un soporte personal financiero, educativo, social, que facilite acceder a oportunidades y sirva como una red de seguridad. Es una muestra más de cómo en el trabajo, procesos sociales, culturales y políticos se superponen a la lógica económica.

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