En Fitur se conocerán las primeras estimaciones, todavía provisionales, de las principales magnitudes turísticas de 2022, pero lo que hasta el mes de noviembre nos había dicho el INE es que, incluso descontando la inflación, tenemos al alcance la mano la simbólica referencia de 2019. Entre enero y noviembre nos habían visitado 67,4 millones de turistas extranjeros que, según Egatur, gastaron 81.821 millones de euros. Por su parte, los españoles habían realizado, al finalizar el tercer trimestre del año y según la Encuesta de Turismo de Residentes, un total de 133,5 millones de viajes, de los que el 91% fueron dentro de España y algo más de la mitad de carácter estrictamente turístico o vacacional. El gasto realizado durante los mismos lo estima el INE en 39.729 de millones de euros. Desde el punto de vista del empleo, la EPA estima que la ocupación en el sector de la hostelería se incrementó en 89.000 personas (un 5,3%) entre el tercer trimestre de 2021 y 2022.

Los datos anticipan un cierre de ejercicio claramente positivo para el turismo español en 2022, que continúa contribuyendo de manera decisiva a la recuperación del pulso general de la economía, pese a los inconvenientes. Subieron los tipos de interés y el precio de la energía, endureciendo las condiciones de financiación de las empresas turísticas y de los viajes. También aumentaron los costes operativos y los laborales (según Exceltur, un 17% y un 8,9% respectivamente), mientras que, según el INE, el precio de los hoteles se había incrementado en un 8,8% hasta el mes de noviembre. Si nos adentramos en la estructura del IPC para conocer la evolución de los costes de viajar para un ciudadano medio, nos encontramos con un descenso del 12,1% en el precio del transporte, gracias a las ayudas del Gobierno a algunas de sus modalidades, y con aumentos del 14% en el de los paquetes turísticos, del 7,6% en el de restaurantes, y del 9,6% en el de alojamientos. La sensación es que las empresas turísticas siguen teniendo que fajarse para defender sus márgenes, pero se recuperan definitivamente de las estrecheces de los últimos años, y que las ganas de viajar reprimidas durante la pandemia han conseguido finalmente sobreponerse a las dificultades y a la inflación.

El turismo español se presenta ante 2023 con sus estructuras saneadas y en buena medida renovadas en tecnología digital y frente a una nueva sensibilidad en materia de seguridad, pero también con nubarrones en el horizonte. La inflación y las oscuras perspectivas económicas para Europa serán las que más se repitan durante Fitur, pero también es probable que asistamos durante este año a un aumento de los conflictos de convivencia entre residentes y turistas. La tensión en el mercado de alquileres por la huida de la oferta al de viviendas vacacionales y en el inmobiliario de algunas zonas turísticas por el auge de la compra de viviendas por extranjeros residentes temporalmente en España, estará muy presente en los debates electorales de la próxima primavera y amenaza con convertirse, como en su momento ocurriera con el medio ambiente, en un problema estructural con capacidad sobrada para condicionar el futuro del sector.

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