Análisis

josé Martínez Olmos

Vacunar y cuidar

El riesgo existe y eso obliga a ser muy precavidos en la desescalada

En el momento actual, la tendencia decreciente de la incidencia de la pandemia causada pod el SARS-Cov-2 se ha consolidado y nos ha situado por debajo de los 150 casos por 100.000 habitantes a 14 días en el promedio nacional, (126 en Andalucía) y es de esperar que en las próximas semanas siga este descenso generalizado. Llegar a 25 casos por 100.000 habitantes en 14 días, sería el ideal a conseguir.

Pero esta quinta ola que comienza a remitir ha tenido un impacto importante con unos 4.000 fallecidos y más de 1.2 millones de infectados según las estadísticas oficiales, a pesar de que esta ola ha ocurrido con importantes niveles de cobertura y acceso a las vacunas por parte de importantes porcentajes de ciudadanos.

La variante delta y junto a una relajación de las medidas no farmacológicas y de control de la interacción han condicionado una quinta ola que ha tenido un impacto en salud y en mortalidad nada despreciable.

Ahora estamos en una nueva etapa en la que hay 34,9 millones de personas con pauta completa y tenemos el reto de conseguir la práctica totalidad de los 42,1 millones de españoles que podrían acceder a la vacuna. El esfuerzo, por tanto, debe ir dirigido hacia el objetivo de movilizar la voluntad de esos millones de personas con acciones informativas y pedagógicas que permitan convencer a quienes tengan dudas o piensen en no vacunarse.

Pero siendo muy importante vacunar al máximo posible de ciudadanos y ciudadanas, es tanto o más asegurar que se aplican las medidas no farmacológicas que están en nuestras manos y que tienen una capacidad demostrada de impedir los contagios: el uso de mascarilla, la distancia de seguridad, el lavado de manos o airear los espacios cerrados, por ejemplo.

Especial trascendencia tiene esto en el ámbito escolar dado que a día de hoy no se dispone de una vacuna para los menores de 12 años y, por tanto, la vuelta a las aulas hace necesario tratar de asegurar que no haya infecciones en este ámbito y si se detectan precozmente con cribados selectivos, proceder al aislamiento para evitar la transmisión en el seno de la familia y de la propia institución escolar.

Estamos en un momento en el que se puede tener cierta esperanza de que la situación es mejor y eso está permitiendo recuperar espacios de normalidad. Pero el riesgo existe y eso obliga a no lanzar las campanas al vuelo y a ser muy precavidos en el proceso de desescalada. Las vacunas no son esterilizantes y no evitan el contagio e,

incluso no evitan la enfermedad aunque protegen muy bien de pasar la enfermedad o influyen en pasarla con cuadros clínicos menos severos.

Ser conscientes que para evitar una secta ola hay que asegurar el objetivo de vacunar al tiempo que cuidar, es una buena vía para ir ganando etapa a etapa la carrera de vencer esta pandemia. Algo que, aún, no tenemos conseguido.

No debemos dejar de agradecer a nuestros profesionales de enfermería y a todos aquellos que han hecho posible el buen progreso del programa vacunación y animarles a que sigan trabajando duro para culminar con éxito su aplicación a la mayor parte posible de la población a vacunar. Queda aún tarea y no va a ser fácil.

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